Por: Cristina Padín
San Ignacio decidió pasear por España aquel bello día. Su
onomástica. Final de julio. Sol en un cielo muy azul (el azul siempre es un
color precioso)… y encuentros y playas y verbenas y conciertos y sandalias y
veinte aventuras de verano…
Por ejemplo…
San Ignacio únicamente escuchaba hablar de ese número…
veinte! Por aquí y por allá…
Y pensó que es un número muy relativo…
Veinte años en la vida de alguien es segundo peldaño: madurez
y locura a la vez, decidir, sentir… Y felicitó a Luis, un niño que de tan
especial era un niño especial que había cumplido 20 el 25… Sevillano genial!
Es que Sevilla es duende y alma…
Y meditó san Ignacio sobre el veinte. Perder veinte de cincuenta
(euros, vaqueros, libros..) le parecía una atrocidad, una gran pérdida. Ir
veinte tardes a los toros le gustaba, y si toreaban Juli o Lama de Góngora más.
Veinte besos era ideal… veinte días en la playa igual..
Y se marchó. Pensando en ese tema. Faltaban veinte minutos para
agosto… y no quería estar lejos de casa…
Veinte! O genial o fatal…
Según…
A Luis
A los 20 años
Al toreo
A Juli
A Lama de Góngora
A la humildad
A las personas que no se van veinte días de vacaciones si saben
que hay problemas
A cada Ignacio..
A Carlos
A julio, me fascina
Al verano
A la valentía gallega
Y a mi Sevilla