Y era un día de septiembre dorado y sereno y cálido. Uno de esos días que despiden despacito la estación más clara. Y pasó el autobús a las siete de la mañana, después a las ocho. Y quizá a alguien no le sonó el despertador, tal vez un niño llegó tarde al colegio, alguna agenda se quedó olvidada en una marquesina…
Hizo mucho calor a mediodía, y las terrazas se llenaron de sol y de sal y de vino. De vida, en verdad, y alguien habló de política y otro comentó de libros. Alguno habría soñado ser torero, y otra soñaría una boda blanca y dulce. Pronto sería el día de la Merced, y era un día. Un simple día. Se comprarían libros, se darían besos…
Pasaría el autobús de las seis.. en lo que es la maravillosa rutina de un día de septiembre normal. La vida sin rupturas es tan perfecta…
Dedicado a la vida
A María, suerte y besos hasta México
A Luis
A Albriux
Al toreo
A los sueños
Y a los días normales que hacen que la vida sea maravillosamente normal