Este
fin de semana México demostró que las cartas del juego se pueden cambiar y que
nada está predicho. Las decenas de pronósticos que nos daban nulas
posibilidades de gana se equivocaron. México gana no sólo por haber
marcado el gol de diferencia, ganó por mantener la
constancia, destreza y disciplina para
poseer el balón y defender el arco.
Como
dijo Octavio Paz: “El mexicano puede doblarse,
humillarse, ‘agacharse’ pero no ‘rajarse”. Este escenario histórico demostró
que ningún rival puede ser tan grande para hacernos chiquitos.
Hoy no se habla de
elecciones, las campañas para muchos analistas pasaron a segundo plano por la etapa mundialista.
Considero que el mexicano puede utilizar
la misma esperanza y sed de triunfo futbolístico para hacer
una mejor reflexión acerca
de su voto.
México hoy no sólo carece de ideologías por culpa de las
contradictorias coaliciones que hoy compiten por la presidencia. Los electores hoy carecemos de candidatos preparados
que nos den la certeza y confianza para contar con nuestro
voto. Lamentablemente ni los debates ni las distintas campañas de los
candidatos han marcado diferencia en nuestra decisión.
Los jóvenes hoy representamos
el 50% del padrón electoral, la decisión que tomemos marcará el gol que
definirá la elección. Por ello considero importante que como jóvenes nos informemos propongamos y no nos descalifiquemos entre
nosotros. Qué sean más los comentarios alentadores que los insultos y críticas viscerales
por pensar diferente. Cambiemos la intolerancia por la propuesta.
Si once jugadores nos enseñaron que cualquier sueño es posible. Con la
misma pasión, y amor a la camiseta, los millones de ciudadanos que creemos en la grandeza de nuestro país podremos
afrontar cualquier reto. Por lo menos ya
disfrutamos de 90 minutos de esperanza