Por: Eduardo Sadot.
Este fin de semana me di a la tarea de leer los libros de los candidatos para asomarme al proyecto de país que pretenden brindar a los mexicanos.
Confieso que el que me costó más trabajo leer fue el de Meade, como dice el dicho popular, no puede negar la cruz de su parroquia, todos en lo que hacemos, dicen que tarde o temprano aflora nuestra deformación o formación profesional y Meade no es la excepción, en la explicación de su libro – que lamentablemente – me temo que no haya más allá de mil personas que lo lleguen a leer y menos que lo entiendan, por exigencias de su trabajo, pienso en algunos periodistas y desde luego los críticos de él y sus competidores para tener elementos de confrontación, pero me parece que se darán un frentazo, porque en el libro “El México que merecemos” que tiene como subtitulo “Mi visión para transformar nuestro país con orden y rumbo” cuya autoría es del candidato ciudadano José Antonio Meade Kuribreña, se puede apreciar la visión que tiene de nuestro país, su anhelo de lo que quiere para México y sin duda lo más importante, como concibe al México dentro de veinticinco años, el piensa en grande y también sus propuestas e instrumentos para lograrlo están concebidas en grande, ahí podemos apreciar todos los problemas de México sin eludir ninguno, y la manera en que plantea resolverlos, con precisión macro y micro económica, es la visión de un doctor en economía, que en su mente está clara, esa visión superior que solo da el conocimiento y las horas de desvelos enfrascados en el estudio profundo de los problemas del mundo y de México.
Si pudiera traducir en manzanitas y palitos los proyectos de los cuatro candidatos podría decir que Andrés está construyendo los cimientos de un edificio de interés social donde todos los mexicanos tengan un hogar digno donde vivir, tal vez sin que les cueste pero que tengan todos un techo digno, Anaya, está pensando en que todos tengan una casa, no un departamento de interés social, una casa digna un poquito más allá de una de interés social con estacionamiento y comodidades quizá como las casa americanas, para todos los mexicanos, el Bronco, está pensando en una casa de campo, con caballos y vaquitas produciendo y con bienestar para las familias pero en todo el país y José Antonio Meade, está pensando en la construcción de edificios de cien pisos, con tecnología antisísmica, inteligentes, donde al llegar se abra la puerta, reconociendo el iris de los ojos de cada persona sin necesidad de llave, que al entrar se prendan las luces – visión ambientalista – que al subir al elevador no tengas que apretar el piso al que vas, porque el edificio inteligente reconoce a dónde vas, que al llegar a tu hogar también se abra la puerta con la misma tecnología, sin mayor esfuerzo, que todos sean autosuficientes y no dependan de la beneficencia pública, que México sea una potencia mundial, reconocida entre las diez mayores economías del mundo.
Él está pensando en un México educado y próspero del siglo XXII o más, estoy convencido de que siendo presidente de México va a recibir el premio Nobel de Economía por lo que propone y logre, pero si no es presidente, seguramente desde donde esté de todos modos también recibirá el Nobel de Economía, pero México va a retrasar su progreso cincuenta años y los mexicanos nos vamos a arrepentir, nadie es profeta en su tiempo, nos vamos a arrepentir, de haber desperdiciado a quien hoy es sin duda, reconocido en México y en el extranjero por sus pares, como uno de los mejores economistas del mundo. Si viviéramos en el siglo XXII desde donde nos ve Meade, todos los mexicanos hablaríamos inglés, leeríamos más de diez libros mensualmente, seríamos cultos, preparados, honestos y trabajadores no esperaríamos que nos regalen nada, votarían abrumadoramente todos por él, pero no todos ven ese mismo país en el que sueña Meade. Ojalá y no nos equivoquemos.