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A rosa, mi madre, que siempre ha sido mi padre

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

El refrán popular sentencia: el pez por la boca muere y ese dicho podríamos ponerlo hoy como ejemplo de lo que están haciendo los candidatos presidenciales: desnudándose.
Los hechos dicen más que mil palabras y hechos son amores y no buenas razones, dice también la sabiduría popular.

En esta elección el tema es que la inteligencia y la obviedad se fueron de paseo. Las encuestas, esas que todos aborrecimos por sus errores en la elección de hace seis años, hoy parecen dictar cátedra de inobjetabilidad absoluta; los hechos acreditados de todos los candidatos deberían servirnos más de referencia que sus promesas y ni así; la pobreza de los argumentos de algunos candidatos deberían descalificarlo, pero pareciera que la obviedad los refuerza.

¿Cómo hacer entender a la gente que vea los hechos más que las promesas?, ¿cómo explicarle que las decisiones deben de tomarse con la cabeza fría?, ¿cómo pedirle a los electores que no se dejen engañar y voten de acuerdo con la experiencia y las propuestas viables?

¿Cuándo uno contrata a alguien para darle un servicio no le exige su curriculum, analiza su experiencia y ve sus resultados antes de contratarlo? Ese es el problema, nadie califica, nadie es mejor que el otro. Vaya encrucijada: votar por el que dice que no meterá a la cárcel a los corruptos, que liberará a los narcos y delincuentes y dará amnistía a todos los arrepentidos o por el pillo que lava dinero, que lo desvía y que desvió a su partido para ser candidato.

El independiente que da pena y nadie entiende como lo eligieron o el que todos presumen que protegerá a quienes ha servido y le han dado la oportunidad de seguir en el gobierno en cinco secretarías sin ser panista o priista.

Dura decisión: Si seguimos replicando lo mismo cada seis años, los resultados que lograremos no serán diferentes.

En 2012 la gente no dejó duda de que estaba harta del gobierno panista y prefirió votar por el PRI y por un gobernador que se postuló por su cara bonita. Enrique Peña Nieto moldeó su candidatura a la medida del mexicano promedio: como una novela de televisión, y hasta se casó con la actriz más ¿hermosa o talentosa? Hoy Televisa, esa que nadie quiere, le apuesta al candidato más viejo, al que representa la era de su fundación y a quien seguirá –así lo hizo siempre- como un soldado del partido y hasta su suegro ya está en Morena.

La experiencia reciente nos dice que el triunfo de Peña no fue objetado. Los tres millones de votos de diferencia desacreditaron cualquier argumentación de fraude.

Seis años antes, Felipe Calderón había logrado ganar la presidencia. El conteo concluyó a las 15:20 horas (Tiempo del Centro) con el 35.91% de los votos para Felipe Calderón, y el 35.29% para López Obrador, con una diferencia de 0.62%. Luis Carlos Ugalde, presidente del IFE, declaró ganador a Felipe Calderón.

Así es la democracia: se pierde hasta por un voto.

Fox le ganó a Labastida. El guanajuatense logró el 42.52% de los votos y Francisco Labastida Ochoa 36.11 %. Nada qué reclamar.
Fox no logró remontar su gobierno. Lo asustó la oposición que se creó en la Conferencia Nacional de Gobernadores, en su mayoría del PRI, que ejercieron una presión en el Congreso aliados con el PRD, las dos fuerzas opositoras más sólidas en esos días.

Fox trató de imponer a Santiago Creel como su sucesor, pero Calderón logró la postulación del PAN e inició un gobierno prácticamente en deuda con el PRI, que en el Congreso se convirtió en fundamental para la toma de posesión del nuevo presidente ante una oposición enardecida del PRD ante la derrota de su candidato Andrés Manuel López Obrador.

En los hechos, López ha acusado fraude en las dos elecciones: en la de Calderón y también en la de Peña, pero en ninguna de ellas logró acreditar pruebas que sustentaran sus argumentos y es que ahora el fraude ya no se hace en las urnas, ya no se hace el día de la elección porque ahora los ciudadanos cuentan los votos y todos los partidos acarrean a sus votantes, esos que creen votarán por ellos.

Calderón fue sometido por un PRI y sus gobernadores y logró alianzas parciales con gobernadores del PRD no identificados con López y fue en Michoacán donde inició la presencia del ejército para el combate al narcotráfico, que ya había minado al gobierno federal y seguía haciéndolo en los gobiernos locales y municipales.

El grado de enfrentamiento social del triunfo de Calderón llegó al extremo de dividir al país que mayoritariamente votó por el regreso del PRI a la Presidencia al término de su gestión.

La nueva disyuntiva fue entonces: gana López Obrador o gana una Josefina Vázquez Mota que no supo ser candidata y menos contagiar el entusiasmo. Vázquez no cosechó la aprobación de Felipe Calderón al final de su sexenio porque era personal, no para su gobierno y menos para su partido.

En el país que fundó la revolución, que moldeo Tata Lázaro y sus expropiaciones, terminó regresando a esa época cuando el Partido Nacional Revolucionario se volvió Institucional y prospero la compra de todos los que se oponían. Era el partido en el que todos cabían, en el que lo mismo empresarios en la CNOP o campesinos en la CNC que obreros en la CTM, la gran simulación. Esa que hoy reedita un López que al fundar Morena recrea lo peor del partido que gobernó México por cerca de 80 años.

Hoy el riesgo es regresar al partido hegemónico, al partido del gobierno pero con peores vicios: los hijos del presidente al frente porque ya lo dijo su fundador: no estarán en su gobierno. Y no, no lo estarán porque se ocuparán del nuevo partido de Estado.

Es innegable que en el país hay avances que nos hacen la 13ª economía del mundo, pero con un grado de desigualdad que lacera a la mayoría de los mexicanos. 11 empresarios concentran el 85 por ciento de la riqueza nacional algo así como el 11.1 por ciento del Producto Interno Bruto.

Por desgracia, todo seguirá igual: los mismos haciendo lo mismo y se hablará del presidente bueno, del presidente todo poderoso y de los cocodrilos que vuelan, pero bajito.

De nuevo la desgracia nacional: el país para unos cuantos, igual que hace 30 años, igual que cuando los que hoy se alinean salieron a pedir libertad y fueron asesinados muchos de ellos. En fin, las opciones no son otras. Cambiemos todo para seguir iguales. Vaya cambio…

José Francisco Lopez Vargas
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