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Migraciones sin fin

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Por: Lorena Rivera / Periodista. 

reyna.rivera@gimm.com.mx / @lorerivera

Año con año, cientos de miles de personas
de distintas latitudes del planeta se ven forzadas a abandonarlo todo. Son
diversos los motivos por los cuales dejan atrás su historia para tratar de,
desde cero, construir una nueva con todas las contrariedades y peligros que
ello implica. Hay migrantes porque en sus naciones no encontraron oportunidades
y van en busca de ellas. También los hay porque huyen de guerras y otro tipo de
conflictos que ponen en peligro la vida de miles

Asimismo, existen flujos demográficos
cuando aparecen desequilibrios entre el crecimiento poblacional y la capacidad
de integración social, lo cual ocasiona desplazamientos de poblaciones, de
acuerdo con Sami Naïr, especialista en inmigración y director del Instituto de
Estudios y Cooperación Mediterráneo-América Latina.

Pero ahí no acaban las oleadas de
migrantes. Cada vez hay más seres humanos que se ven forzados a moverse de sus
lugares de origen por cuestiones ambientales.

De hecho, fue en 2007 cuando surgió el
término de migrante o desplazado ambiental en la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

La definición indica que se trata de “una
persona que se ve obligada a abandonar su lugar de residencia habitual de forma
provisional o permanente cuando su vida se ve afectada por cambios repentinos
en el medio ambiente”.

Entre los cambios ambientales tenemos
escasez de agua, desertificación de los suelos, contaminación, daño por
actividades industriales y, sobre todo, calentamiento y desastres naturales
(fenómenos hidrometeorológicos y geológicos, entre otros). Sin ir más lejos, en
la última década, fenómenos meteorológicos e inundaciones han obligado a
pobladores de Veracruz, Tabasco y Chiapas a migrar hacia otros territorios.

Naciones Unidas indica que el cambio
climático y la degradación ambiental expulsa a 26.4 millones de personas cada
año y prevé que hacia 2050 habrá 200 millones de desplazados por estos motivos.

En tanto, un informe publicado en marzo
pasado por el Grupo Banco Mundial señala que para 2050, debido al cambio
climático, “tres regiones densamente pobladas del mundo podrían provocar el
desplazamiento de más de 140 millones de personas dentro de sus respectivos
países”, lo cual supone una amenaza para el desarrollo y para los asentamientos
urbanos.

Sí, la migración a gran escala nos ha
sumergido en problemáticas de gran impacto en lo social, lo económico, la
salud, la educación y lo laboral, sin olvidar el conflicto diplomático entre
una nación expulsora y otra receptora.

Ahí están los reproches de Estados Unidos
hacia México relacionados con los migrantes connacionales, centro y
sudamericanos que llegan en busca del “sueño americano”, o la crisis
humanitaria que viven miles de desplazados de Siria y África hacia Europa.

Un estudio publicado en la revista Science
de los científicos Anouch Missirian y Wolfram Schlenker revela que en un lapso
de 15 años las solicitudes de asilo en Europa provenientes de Asia y África
aumentaron al mismo ritmo de los registros de temperaturas más calientes.

Es una realidad que el cambio climático y
la degradación ambiental están multiplicando las amenazas para la humanidad.

Por ejemplo, países insulares y ciudades
costeras ya experimentan daño por huracanes, inundaciones y elevación de los niveles
de los mares, lo cual orilla a las poblaciones a buscar zonas altas para
establecerse.

De ahí la urgencia de reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero, descarbonizar las economías, aplicar
verdaderas políticas de desarrollo sustentable y que cada nación tenga una
planeación sólida sobre adaptación y mitigación al cambio climático.

Por supuesto que hay herramientas para
frenar la subida de la temperatura y empezar a bajar las emisiones de gases de
efecto invernadero (GEI). El Acuerdo de París es el más importante de los
instrumentos con los que cuenta la humanidad y sus primeros años de
instrumentación deberán ser contundentes.

Pero, desafortunadamente, a tres años de
lanzados los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030 de Naciones
Unidas, el informe 2018 dado a conocer la semana pasada señala que en algunas
áreas, el progreso ha sido insuficiente para alcanzar las metas.

Así, tanto los conflictos como el cambio
climático siguen siendo de los principales factores que obligan a un número
creciente de personas a enfrentar hambre, pobreza y desplazamiento.

Estos resultados elevan el desafío porque
se sumaron 38 millones de personas con hambre en el mundo.

Así, el número de personas hambrientas
pasó de 777 millones en 2015 a 815 millones en 2016, debido a conflictos,
sequía y desastres relacionados con el cambio climático.

Sí, las desgracias no vienen solas.

La seguridad alimentaria está encadenada
al cambio climático y degradación del ambiente.

Y es la misma humanidad la que ha puesto
en peligro la estabilidad del planeta y la supervivencia de millones de
personas vulnerables.

Las olas migrantes forzadas y ambientales
continuarán, como una historia sin fin, y seguirá siendo difícil pararlas.
Entonces, la pregunta es: ¿estaremos preparados para recibirlas o seguiremos
mostrando indiferencia y soberbia?

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