La Revista

La transición y el pavimento de flores

Roberto Uscanga Hernandez
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Desde hace varios días nos hemos enterado de los trabajos de las mesas de transición entre el equipo del gobernador Rolando Zapata Bello y el gobernador electo Mauricio Vila Dosal. Aunque muchos no quieran verlo se trata de un proceso inédito por una simple razón: se incluye en estos ejercicios de entrega de información a integrantes de la sociedad civil, colegios, cámaras empresariales y varios organismos que integran la vida pública de Yucatán.
No existe precedente de estas mesas ni en Yucatán ni en otros estados de la República. No hubo estas mesas entre el gobierno de Patricio Patrón e Ivonne Ortega y también entre el ex titular de la Profepa y el ex gobernador Víctor Cervera Pacheco. No hay discusión en este punto.
Sin embargo, en el andamiaje de una transición amorosa que intenta distraer con retratos a los integrantes del equipo de Mauricio Vila como si se tratara de una pasarela para el Oscar habrá muchos despistados que podrían interpretar que el hecho de recibir esta información se trata de una aceptación tácita del estado que guarda la administración estatal, pero no es así.
En política la forma es fondo y el hecho de proponer una larga lista de encuentros entre funcionarios de Rolando Zapata Bello y los ex funcionarios de la administración municipal que encabezó Vila Dosal es un acto de cortesía política -no inscrita en alguna Ley- que caracteriza el llamado #estiloVila de cara a una nueva administración que necesitará de buenos oficios para lograr la aprobación del Congreso local para su nuevo presupuesto en el 2019.
Porque a final de cuentas los cambios de forma y fondo que Vila Dosal pretenda hacer a la estructura gubernamental de Rolando Zapata reflejarán lo que a juicio del gobierno entrante pudiera estar mal o bien y no precisamente lo que hoy se presenta en largas, tediosas reuniones que poco a poco irán perdiendo interés en la opinión pública y en particular en el círculo rojo que se distrae con cierto morbo en listas de gabinete en lugar de ocuparse de los grandes males y retos que afrontará Yucatán.
Y es que a diferencia de los legisladores federales, en las sesiones de arranque del Congreso local, ni los seis diputados del PAN ni los cuatro de Morena y los dos de Movimiento Ciudadano podrán activar ningún tipo de mayoría legislativa para aprobar los cambios al gobierno que pudiera proponer Mauricio Vila, pero si a un Felipe Cervera Hernández que le recordará a Alejandro Cuevas Mena todas las prebendas que disfrutó al amparo del gobierno rolandista y de paso sumar a Henry Botello Fierro del Verde Ecologista y Luz María Aguilar Castillo de Nueva Alianza.
Es tan solo un escenario, pero en medio de la euforia propia de panistas faroles que siguen embelesados y presumiendo sus futuros puestos en las redes sociales, existe una demanda de la sociedad por aligerar los cambios ofrecidos por el gobernador electo en materia de salud, seguridad, el campo y la educación así como el empleo.
Metidos en una especie de limbo legislativo, muchos de ellos celebran como opositores aquello que tendrán que defender como gobierno, con los costos que conllevan los futuros cambios. Porque no es lo mismo pavimentar 150 kilómetros de calles que pavimentar una transición con 150 kilómetros de pétalos que requerirán mucha gasolina, combustible y sobre todo una maquinaria que hoy, todavía no está echada a andar.

Roberto Uscanga Hernandez
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