El dorado diciembre se había marchado. Tan despacito como había llegado. Envuelto en villancicos y turrones, en tardes de sol y mañanas de hielo.
Y el nuevo año llegó. Con su luz. Su ilusión..
Era la segunda jornada de 2019. Él llegaba a Santiago desde Málaga, flamenco y amante del toreo, caminante en el peregrinar, lector, morantista y talavantino…
Era un mediodía claro y frío. Ella llegaba de tierras lejanas, morena de piel y pura de sentimientos, ávida de latidos, de canciones, de esperanza. Era peregrina, y dulce.
Se encontraron donde la piedra escribe la historia, donde el arte es leyenda y religión. Y conversaron y sonrieron. Y desde más atrás se les veía juntos. Ella al lado de él..
Y el cabello miel de él se rozaba con la melena negra de ella..
Era Navidad. Enero. Miércoles..
Dedicado al mes de enero, que llega para hacerlo todo nuevo otra vez..
A las sorpresas que me gustan