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Megaciudades

Enrique Octavio De la Madrid Cordero
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Por: Enrique De la Madrid Cordero / Ex secretario de Turismo.

De acuerdo con la ONU, en 2016 alrededor
del 55% de la población mundial residía en asentamientos urbanos. Para el año
2050, habrá casi 10 mil millones de personas y se estima que el 70% de éstas
habiten en áreas urbanas.

Hoy en día existen a nivel mundial 512
ciudades con al menos un millón de habitantes, 45 ciudades con una población de
entre 5 y 10 millones de personas, y 31 urbes donde viven 10 millones o
más, estas últimas también llamadas megaciudades, categoría donde se encuentran
Sao Paulo, Nueva York y la CDMX.

Es un hecho que en el mundo no ha dejado
de crecer la población de las metrópolis. Al respecto, un estudio reciente del
Instituto de Tecnología de Ontario va más allá al señalar que en este momento,
tan sólo Tokio supera los 30 millones de habitantes. No obstante, se
estima que para 2050 serán 8 los centros urbanos que rebasarán ese umbral
poblacional. Así, 6 megaciudades estarán en Asia y 2 en África.

Para ese año, 3 ciudades de la India se
encontrarán en esa lista, siendo Mumbai la más poblada del mundo con 42
millones, más del doble de los 19 millones que hoy viven en esa urbe y casi la
población que actualmente tiene Argentina.

Con una visión de largo plazo,
concretamente para el 2100, el estudio señala que serán las ciudades africanas
las más pobladas del mundo, con Lagos en Nigeria albergando la mayor
concentración poblacional con casi 90 millones, es decir, el doble de la
población que hoy tiene España. Le seguirán Kinshasa en la República
Democrática del Congo con 84 millones y Dar Es Salaam en Tanzania con 74
millones de personas.

Cabe destacar que, de las 30 ciudades más
pobladas del próximo siglo, solo dos pertenezcan a países hoy desarrollados:
Nueva York en Estados Unidos y Tokio en Japón. Las otras 28 urbes estarán
concentradas en Asia y África, y habrá ciudades como Kabul en Afganistán que
para ese entonces rebasarán los 50 millones de habitantes. En el caso de
la Ciudad de México, el estudio señala que su población será de 22
millones de personas, prácticamente la misma que hoy tiene.

Así como las ciudades crecerán
demográficamente de forma exponencial, también lo harán los desafíos que
enfrentarán. Grandes urbes como Londres, París y Tokio tomaron varias décadas
en su proceso de ordenamiento territorial, construcción de servicios de
transporte público, todo esto armonizado con espacios naturales y culturales
que han permitido su óptimo desarrollo. No obstante, la realidad es muy
distinta hoy en día en la mayoría de las futuras megaciudades.

Por ejemplo, Lagos es una ciudad donde no
hay crecimiento de vivienda y vía pública ordenados, sino un laberinto
colapsado de casas, edificios, comercios, autos y motocicletas. Además, los
servicios públicos de luz, agua y saneamiento son intermitentes. Al igual que
Delhi y Mumbai en la India o Manila en Filipinas, la mayoría de la población
vive hacinada en cinturones de miseria, y precisamente ahí es donde más se
propagan enfermedades infecciosas y aumentan los niveles de delitos y
contaminación del mismo entorno.

Sin duda, administrar ciudades de 30, 50 o
90 millones es un desafío enorme, y el principal reto para éstas será tener la
capacidad de proveer vivienda digna, garantizar servicios públicos, desarrollar
polos de emprendimiento y promover el ejercicio de los derechos y libertades de
sus habitantes, al tiempo que se genera cohesión social y el sentido de
comunidad en la población. De lo contrario, el resultado más esperado será el
recrudecimiento de las desigualdades sociales y el aumento de la violencia, lo
que podría generar migraciones masivas a países y ciudades
más desarrolladas, pero también ser un caldo de cultivo propicio para la llegada al
poder de líderes autoritarios o extremistas.

Hoy el mundo es mayoritariamente
urbano y en unos cuantos lustros lo será aún más. Ante este escenario,
mucho de lo que suceda en el futuro estará vinculado con las decisiones que se
tomen en las ciudades, especialmente en las más grandes, ya que en ellas se
concentran los servicios y las industrias. En las 600 ciudades más dinámicas
del mundo actual, vive 23% de la población mundial y es donde se
genera el 55% de la actividad económica, y en pocos años será más del
60 por ciento.

Además, los grandes centros
urbanos compiten, al igual que los países en la economía
mundial, por la atracción de inversiones y talento. Como se ha visto en
los últimos años, las ciudades poco a poco empiezan a tomar más relevancia global y
tratan de incidir en la arena internacional, pues al final esas decisiones
globales afectan a los millones de residentes de grandes urbes.

Los avances más grandiosos de la
humanidad se han generado gracias a la cooperación y creatividad de seres humanos
con diferentes formaciones, experiencias y expectativas de vida: ir a la Luna,
desarrollar las computadoras o el Internet, descifrar la genética y nuevos
avances en la medicina, realizar grandes construcciones que mejoran la calidad
de vida de millones de personas diariamente.

Todos estos logros colectivos han tenido
lugar en las ciudades, que son puntos muy bien conectados, donde hay una fuerte
densidad poblacional y un alto número de interacciones entre humanos, lo que
estimula la especialización productiva, la difusión de ideas y la mejora
constante. En suma, son las urbes donde se han desarrollado la gran
mayoría de las innovaciones que han generado la evolución del ser humano.

Por ello, el reto que tenemos ciudadanos y
gobernantes es el de impulsar un balance entre el crecimiento demográfico y el
desarrollo económico, donde sean la inclusión social, el ejercicio de derechos
y la sustentabilidad, los ejes transversales que determinen las políticas
urbanas del futuro.

La urbanización en automático no va a
hacer de nuestro mundo un lugar mejor. Para que esto ocurra, se requiere de una
mayor calidad y visión en la toma de decisiones de los gobernantes, que sean
capaces de anticipar escenarios adversos y diseñar políticas públicas
innovadoras para gestionar eficientemente los residuos, garantizar el consumo
responsable del agua, construir infraestructura pública y de transporte que
propicien una movilidad inteligente, desarrollar centros de aprendizaje bajo
una óptica de educación flexible, atender y prevenir actividades delictivas
usando la tecnología, y crear programas que permitan la inclusión de los
migrantes, entre otros muchos retos. En todo este proceso se requiere del
diálogo, cooperación y participación proactiva de toda la ciudadanía, donde
exista plena sinergia entre el gobierno, los empresarios, la
academia, las organizaciones civiles y la población en su conjunto.

Estamos ante un cambio de época donde
muchas variables de interés público se están conjugando, por lo que resultará
indispensable aprovechar de la mejor manera las herramientas disponibles para
planear el futuro urbano sustentable. En esta ecuación, las ciudades se
convertirán en el agente principal de transformación y en el espacio propicio
para promover al máximo nuestro desarrollo personal, comunitario y nacional.

Enrique Octavio De la Madrid Cordero
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