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Justine o los infortunios de la virtud

Francisco Solís Peón
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Cultura, por: Francisco Solís Peón

Más que un libro erótico, yo lo consideraría un manual filosófico, donde las teorías a favor de la amoralidad y el ateísmo se enfrentan a las de la virtud, la bondad, y la religiosidad que defiende la protagonista del libro.

Escrita en el año 1787 por Donatien Alphonse Francoise de Sade (aunque publicada por primera vez en 1791) nos narra la historia de Justine, una muchachita que criada en el seno de una buena familia, queda huérfana cuando aún es una adolescente. Con unos principios sobre la virtud muy arraigados, se ve obligada a buscarse la vida en un mundo lleno de libertinos. Tratará a toda costa de mantener y defender esa virtud, pero en el camino sólo encontrará como recompensa toda clase de agravios, ultrajes y humillaciones, mientras que los que abusan sin piedad de ella sólo encuentran recompensas y ningún castigo a sus hábitos depravados.

El libro está compuesto claramente por dos niveles o contenidos. Por un lado, la parte filosófica, la de exposición de teorías puras y duras, y por otro lado, la parte ¿erótica?, que más bien calificaría, por su carácter obsceno, de pornográfica. Parece una novela de terror, está cargada de escenas explícitas de sexo a cual más violenta y desagradable, y prima el desprecio más absoluto hacia el sexo femenino. En ningún caso las relaciones sexuales que se describen cuentan con el consentimiento de la mujer, ésta es violada reiteradamente de las formas más aberrantes, salvajes, dolorosas y humillantes, incluso más lejos de lo que uno pueda llegar a imaginar.

La novela, en general, es de difícil lectura. Escrita con un lenguaje “espeso”, se hace dura de leer sobre todo en la parte de exposición de ideas, en este aspecto es además reiterativa en exceso, llegando al aburrimiento. En cuanto a la parte denominada erótica, ésta es tan descriptiva en su salvajismo y brutalidad que, francamente, no es apta para cualquier estómago. Es cierto que es poco creíble en este aspecto, ya que no hay cuerpo humano, sea éste femenino o masculino, que sea capaz de aguantar tales sesiones de sexo, y más teniendo en cuenta el tipo de sexo al que se ven sometidos. A esto hay que sumarle la increíble mala suerte que sufre nuestra protagonista, ya que cuando consigue escapar de un calvario, vuelve a caer en otro aún peor, todos los personajes que va encontrando a su paso son gente malvada que sólo busca placer a costa del sufrimiento ajeno, y así al menos nueve o diez veces, no sé, perdí la cuenta. Termina resultando cansino tanta mala suerte.

A la obligada pregunta la respuesta es sí, vale la pena leerse siempre y cuando se haga desde un punto de vista analítico de la naturaleza humana intentando apartar el morbo en la medida de lo posible.

Varias adaptaciones de esta novela han sido llevadas al cine. La primera en el año 1962 bajo el título Le Vice et la Vertu, dirigida por Roger Vadim y protagonizada por Catherine Deneuve. Posteriormente, en el año 1968, el madrileño Jesús Franco dirigía a Romina Power en el papel de Justine. En el año 1971 Claude Pierson dirigía una nueva versión, Justine de Sade.

Francisco Solís Peón
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