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La demagogia solo puede combatirse con la razón

Editorial La Revista Peninsular
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Editorial: La Revista Peninsular.

Francia es la cuna de la libertad. A pesar de que Estados
Unidos ha procurado construir la imagen de ser el máximo promotor de los
valores de libertad, fueron las mentes francesas quienes acuñaron este
concepto; concepto que habría de cambiar el orden mundial en el siglo XVIII.

Reflexionemos sobre la revolución americana y la
francesa. Si bien, la americana ocurrió primero, esta fue una lucha de
emancipación circunstancial, ya que el objetivo principal no era la separación
de las trece colonias del imperio británico, sino obtener representación ante
la Corona Británica y la reducción de impuestos. En cambio, la revolución
francesa fue una revolución pura que planteaba la reorganización de las clases
sociales y un nuevo modelo de gobierno. La revolución francesa sentó las bases
de lo que ahora conocemos como democracia, derechos humanos, y poder.

Por esto, no es sorpresa que los franceses manifiesten un
espíritu de oposición a las injusticias más pronunciado que las demás naciones.
Evidencia de esto, es el reciente movimiento denominado “los chalecos
amarillos”. Los “gilets jaunes” son, en su mayoría, personas de clase social
media que salieron a las calles a manifestarse, en un principio, por el alza al
precio de los combustibles; sin embargo, la lucha evolucionó hasta plantear una
redistribución de la riqueza y exigir oportunidades a las zonas menos
desarrolladas del país.

La primera manifestación ocurrió a mediados de noviembre del
año pasado, esta tuvo gran difusión mediática porque grupos radicales que se
unieron a las protestas ocasionaron actos violentos. Desde entonces, los
chalecos amarillos se reúnen semanalmente a protestar, y sus esfuerzos se han
replicado en distintos países de Europa. Este movimiento no cuenta con
estructura, y su mensaje se difunde por medio de redes sociales.

Vale la pena volver a hacer mención del objetivo y
demandas del movimiento, ya que tienen implicaciones profundas en la
composición social del país. No solo se exigen que no se alcen los precios a la
gasolina, también piden que se replanteen las relaciones laborales y se
garantice mayor poder adquisitivo para las clases sociales bajas y medias. Los
franceses se cansaron de que sus vidas se vean limitadas a trabajar, y peor
aún, por un salario insuficiente.

Todos estos esfuerzos lograron que el presidente Macron
dé marcha atrás con el aumento al precio de la gasolina, y se creó un gran
debate nacional para reflexionar sobre los objetivos de los chalecos amarillos

El éxito de los gilets jaunes se debe a la nobleza de sus
objetivos. La lucha constante de la clase social media y baja, y la gran brecha
entre estas y la clase alta, están presentes en todo el mundo, por lo que un
gran número de personas simpatizan con la causa. Además, al tener claro el
objetivo del movimiento, se pudieron definir exigencias realistas.

Se tiene claro que se quiere la redistribución de la
riqueza y un mayor poder adquisitivo de las clases media y baja; entonces se exige
que se mantengan los precios de la gasolina, que se establezcan más impuestos
para la clase alta, y más oportunidades a las comunidades alejadas de la
capital.

Este es el motivo del fracaso de las marchas organizadas
el fin de semana pasado a lo largo del país para manifestarse en contra del
gobierno federal. A diferencia de los chalecos amarillos, este movimiento
planeta una demanda imposible, al menos por ahora. Exigen que Andrés Manuel
renuncie.

Ni Calderón, ni Peña Nieto renunciaron cuándo el pueblo
organizado se los demandó, y en esas ocasiones se manifestó más gente. También
hay que considerar los niveles de aprobación de ambos ex presidentes, ya que
son incomparables a la aprobación que ostenta el actual mandatario. Debido a la
imposibilidad del fin presentado, los esfuerzos son inútiles.

Esto no quiere decir que es malo que el pueblo se haya
manifestado, al contrario, que bueno que la ciudadanía se organiza y ejerce sus
derechos políticos. No obstante, sino se replantea el objetivo, las marchas
seguirán denotando la debilidad de la oposición. Basta con ver los esfuerzos
realizados en los estados y la capital para darse cuenta de que el discurso que
se promueve no invita a la unión nacional, sino promueve una identidad de
oposición clasista. En otras palabras, los mismos manifestantes no tienen
problema asumiéndose como fifís, lo que ocasiona que no exista empatía hacia
sus esfuerzos.

Las marchas son para demostrar fuerza, y la oposición
mexicana demostró debilidad. Debido a que no hay un objetivo realista no se
sabe establecer el discurso a seguir para el movimiento. Hubo quienes
utilizaron chalecos blancos en alusión a los chalecos amarillos, pero esta
demostración carece de toda congruencia, ya que los últimos apelan a los
intereses de la mayoría, y los primeros parecen cómodos con la etiqueta de
fifí.

Independientemente de la derrota mediática, estos
esfuerzos marcan el primer esfuerzo de la oposición organizada contra el
presidente López Obrador, la cual solo tiene espacio para madurar. En medida en
que establezcan demandas realistas, podrán apelar al interés de la población en
general, y crecer. No tienen que buscar mucho para encontrar problemáticas de
interés, México necesita una voz organizada que se pronuncie sobre proyectos
como el Tren Maya o el Aeropuerto de Santa Lucía.

Para que exista una oposición civil funcional, se
necesita superar cualquier tipo de rencor político, hacer una profunda
reflexión sobre la situación del país, y tomar decisiones informadas para
emprender acciones acertadas. La demagogia solo puede combatirse con la razón.

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