Por: Alan
Contreras / Politólogo
Mucho se habla de la poca popularidad de las jornadas
electorales en diferentes partes del mundo, pero especialmente, lo que ocurre
en México en cuanto ésta temática es interesante cuando se observa el
comportamiento por entidad federativa. En ésta ocasión, las elecciones de
Quintana Roo, ocuparán el foco de atención.
Vale la
pena señalar que según datos históricos del Instituto Nacional Electoral, desde la elección de
1988 hasta la de 2018, la participación promedio ha sido del 60 %, con una
abstención del 40 %, sin obviar que el ganador siempre logra éste calificativo
con un promedio de votación que oscila entre el 34% y el 36%, es decir, que la
decisión de quién gobierna un país como México, se define por ese porcentaje
tan pequeño de votantes, sin tomar en cuenta que los menores de edad no estan
incluidos en ésta ecuación por razones legales que versan sobre las
características necesarias para ser considerado ciudadano.
Ahora bien, teniendo
éstos datos como referencia del marco nacional, el caso particular de Quintana
Roo en la jornada del pasado domingo 2 de junio resulta impresionante a los
ojos de la voluntad ciudadana que exige pero no participa en la elección de sus
representantes.
Sabemos que en ésta
ocasión, sólo se votó para elegir a los nuevos representantes del Congreso
Local del estado en cuestión y quizá, esa haya sido la razón por la cuál tan
sólo el 22.1% del electorado haya
participado en esa jornada, pero también, es inevitable pensar que la situación
de inseguridad que afronta Quintana Roo no tiene nada que ver con las casillas
solitarias y el escaso movimiento del
día de la elección.
Algunos justifican la
baja participación al factor del clima argumentando que la lluvia jugó un papel
determinante en la misma, otros cuantos se lo atribuyen al factor racional del
elector, es decir, si éste último al participar en una votación se rige por
factores coyunturales, de moda o que simplemente reflexiona sus decisiones en cada votación.
En suma,
pudo haber sido uno, varios o todos los factores antes mencionados los
causantes de la baja participación en la votaciones para renovar el Congreso de
Quintana Roo, pero lo cierto es que resulta difícil establecer una comparativa
para obtener conclusiones con mayores acercamientos a la realidad ya que ha sido
y será la única ocasión donde las elecciones
relacionadas con el legislativo local se desarrollaron de manera aislada
con el fin de poder homologar todas las elecciones de dicha entidad con las del
resto del país.
Me
parece que en el contexto de las elecciones venideras en Quintana Roo, y por la
situación general que vive, en donde impera la inseguridad, podría ser un punto
de prueba donde las elecciones virtuales o electrónicas pudiesen marcar la
diferencia en el nivel de participación de la ciudadanía en los próximos
comicios.
