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Contratos Inteligentes

Raul Monforte González
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Construyendo, por: Raúl Asís Monforte González

Seguramente alguna vez en tu vida has firmado un contrato, o muchos de ellos, y aunque desearía que no fuera así, es probable que también te hayas quedado sin el pago justo por un producto o servicio que entregaste, debido a que tu contraparte no cumplió lo acordado.

A pesar de tener la razón, no siempre demandando ese incumplimiento en un juzgado, se alcanza un final feliz. En la mayoría de los casos, después de mucho tiempo y preocupaciones, acabas medio consolándote con aquel dicho conformista de que vale más un mal arreglo que un buen pleito.

Hace exactamente un año, en sendas publicaciones el 2 y el 9 de junio de 2018, el tema de esta columna fue el Blockchain o Cadena de Bloques, la tecnología que hizo posible la aparición de las criptomonedas.

Tal vez esa correlación estrecha entre una tecnología novedosa y un producto que generó inmediato recelo y rechazo dentro del mundo financiero “real” que se negaba aceptar al Bitcoin y a todos sus “parientes”, retrasó la adopción generalizada de un avance informático sin precedentes y que servirá para muchas otras cosas más valiosas que simplemente validar operaciones con monedas encriptadas: el Blockchain.

En 2008 fue propuesto públicamente al mundo el Bitcoin por un misterioso personaje que se hizo llamar Satoshi Nakamoto. Aunque la lista alimentada por quienes especulan acerca de la verdadera identidad de Nakamoto incluye a varias personas, no son pocos los expertos que aseguran que nadie en el mundo tendría los conocimientos y habilidades para serlo, como Nick Szabo, un famoso científico informático y criptógrafo, aunque él repetidamente ha negado ser Nakamoto.

Lo que sí es un hecho, es que Szabo acuñó el término de Smart Contracts o Contratos Inteligentes desde 1993, con el objetivo de incorporar a la práctica del derecho mercantil, el diseño de protocolos de comercio electrónico entre personas desconocidas dentro del internet.

Un contrato inteligente es un programa informático que ejecuta los acuerdos registrados entre dos o más partes, ya sea personas físicas o morales, y lo hace de manera sencilla, fácil, y sumamente segura. Este programa es alojado dentro de un sistema, al cual no tiene acceso a ninguna de las partes, y se encarga de hacer cumplir los acuerdos a que éstas llegaron con anterioridad, de manera automática e inviolable, funcionando de manera similar a una sentencia “si x, entonces y”.

Cuando sucede una condición predeterminada y programada, con el único requisito de que pueda ser verificable de manera electrónica sin necesidad de una valoración humana, entonces el contrato inteligente ejecuta la cláusula que corresponda como consecuencia de haberse cumplido la condición. Y la tecnología que permite esto, es precisamente el Blockchain.

En el futuro próximo, esto tendrá aplicaciones importantes en la administración de redes inteligentes de energía eléctrica por ejemplo, pero también en muchas otras industrias o sectores comerciales. Ya no habrá malos arreglos ni buenos pleitos, simplemente se cumplirá lo acordado.

Raul Monforte González
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