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Gabinete ausente ¿y BC?

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas

¿Qué pasa cuando un gobernante es tan unipersonal que avasalla a sus colaboradores? Andrés Manuel López Obrador tiene la legitimidad de los votos por los que pareciera no preocuparle lo que sucede a su alrededor y por ello la duda sobre su participación en las acciones del Congreso de Baja California, que extendieron el mandato de gobierno de su amigo Jaime Bonilla.

Sin embargo, al presidente le están reventando en las manos todos los temas: en migración, lo dejan claro las fotos y la actuación de la autoridades haciéndole el trabajo sucio al gobierno americano; en el tema agropecuario, hasta el legislador José Narro, de Morena, censura la manera cómo se han cerrado las ventanillas de la secretaría de Agricultura, despidiendo a los técnicos expertos, paralizando por completo el tema.

Los conflictos, además, lo mismo se recrudecen en temas como el sargazo, o la delincuencia, o los homicidios, o el narcotráfico tema en el que no ha habido ni un solo decomiso de drogas en los últimos siete meses. Los problemas se extinguen sin quien los atienda.

Las secretarias de Gobernación, la de Agricultura, la del Trabajo, la de Bienestar, la de Hacienda, todas están rebasadas precisamente por la actitud presidencial de ser el único que opera desde su conferencia de prensa de las mañanas.

El ejemplo más degradante es lo que sucede en Baja California donde el candidato de Morena, el partido del presidente, no sólo intentan ampliar ilegalmente su periodo sino que, de acuerdo con varias evidencias, soborna a los diputados para que aprueben una reforma constitucional que le de el cargo de gobernador por cinco años y no dos, para los que originalmente fue electo. La intentona parece un experimento que podría favorecer al propio presidente, que pretende que se le crea que él no tiene nada que ver con esa intentona y por ello le presentamos una recopilación de la información disponible sobre esa relación.

Bonilla es amigo de López Obrador desde hace años. Y las recientes no son las únicas entrevistas en las que AMLO no ha querido hablar sobre Bonilla, pues en 2014, en medio del profundo descontento de los mismos militantes de Morena, por la llegada de Bonilla Valdez, incluidas renuncias de dirigentes, desbandadas y acciones de inconformidad, como el hackeo de la página web de Morena Baja California, López Obrador optó por el silencio y por dar carta abierta a todos los caprichos del poderoso empresario de radiodifusión y telecomunicaciones en el Noroeste del país.

Cabe mencionar que de acuerdo con exdirigentes de Morena en BC, el vertiginoso ascenso de Bonilla como dirigente del partido en esa entidad, se debe a que su esposa, Rita Fimbres de Bonilla, es amiga de la universidad de la cónyuge de López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müeller, además de que el dirigente nacional de Morena vio en el empresario una “mina de oro” para posicionarse mediáticamente en aquella región.

En marzo pasado, cuando Bonilla era precandidato de Morena, el presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió en privado, el miércoles 20, con las dirigencias nacional y estatal de Morena, y con el candidato del Frente Juntos Haremos Historia en la entidad.

El encuentro –un desayuno en el restaurante del Hotel Lucerna– se realizó después de la conferencia matutina del Ejecutivo en esta ciudad, y acudieron, además de Bonilla, la dirigente nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, y el delegado especial de esa fuerza política en la entidad, Leonel Godoy Rangel.

La Agencia Fronteriza de Noticias (AFN) dio a conocer que, en una mesa aparte, que incluyó fotografías de Bonilla con el tabasqueño, departieron el candidato morenista a la alcaldía de Tijuana, Arturo González Cruz, y el empresario y abogado Guillermo Ruiz, apodado “El Titi”, quien por años representó los intereses legales de Jorge Hank Rhon, y a finales de 2016 sufrió un atentado del que resultó con heridas leves.

De acuerdo con Misael Zavala, columnista del periódico El Universal, Guillermo Ruiz trabaja por encargo de López Obrador en el Comité Cívico Mexicanos Inmigrantes en América (MIA), desde abril del 2017. Se trata de una organización presuntamente vinculada a Morena, que brinda asesoría legal gratuita a indocumentados mexicanos en Estados Unidos.

No se supo qué platicaron los directivos de Morena, el candidato a gobernador y el mandatario, sin embargo López Obrador fue interceptado después y, al ser cuestionado sobre la reunión, se limitó a decir que desayunó con Bonilla en calidad de “amigos”, en el hotel.

El 8 de marzo pasado, proceso.com.mx publicó que el senador con licencia Bonilla Valdez tiene un pasado que pocos conocen: perteneció al Partido Republicano y como funcionario del gobierno estadunidense juró proteger la constitución de los Estados Unidos.

En su gira por el norte de Baja California y la ciudad sonorense de San Luis Río Colorado, López Obrador fue testigo del rechazo que Bonilla Valdez generó entre un sector de la gente que acudió a sus actividades oficiales.

Al arribar al aeropuerto de Mexicali, tuvo un altercado con periodistas que le preguntaron sobre el papel que Bonilla –exdiputado del PT, exsenador y exdelegado especial de Programas Sociales de la administración federal en Baja California– jugó en la instalación de la planta de la cervecera transnacional Constellation Brands y en la construcción de megaproyectos para desalinizar agua de mar en Playas de Rosarito y San Quintín.

Los reporteros destacaron que aquél solicitó y amplió el periodo de gobierno de la próxima administración estatal, de dos a cinco años, y en el Instituto Estatal Electoral se negó a realizar un plebiscito para definir si la cervecera se va o se queda.

“Parecen de la prensa fifí”, respondió, molesto, Andrés Manuel López Obrador, luego de lo cual continuó su camino sin responder a los reporteros, quienes se atrevieron a gritar: “¡información, información!”, pero el Ejecutivo no cedió.

En sus apariciones públicas y en la entrevista, López Obrador dijo que no contestaría a temas “electorales” para no incurrir en una violación a las leyes en la materia, luego de que la Comisión de Quejas y Denuncias del Instituto Nacional Electoral (INE) declaró “improcedente” la adopción de medidas cautelares contra el presidente, como lo solicitó el Partido Acción Nacional (PAN).

Ese instituto político estimó que la visita del mandatario a Baja California era “una actividad que viola la Constitución, porque representa un hecho de inequidad electoral” ante las elecciones que se consumarán el 2 de junio para elegir gobernador, 25 diputados locales y cinco presidencias municipales.

En las tres últimas semanas antes de los comicios, Morena sufrió en Baja California un desgaste adicional cuando Jaime Martínez Veloz, cuatro veces miembro de la Comisión de Concordia y Pacificación de Chiapas y extitular de la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México, creó el Movimiento Amplio Social por la Cuarta Transformación (MAS4T), que impugnó los resultados de la encuesta de Morena a la alcaldía de Tijuana, y antes buscó la candidatura a la gubernatura por ese partido y sus aliados en la coalición Juntos Haremos Historia en Baja California: Partido del Trabajo (PT), Verde Ecologista de México (PVEM) y el local Transformemos (antes Partido Encuentro Social en el estado).

Ya con el registro de la candidatura al gobierno de Baja California por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), la popularidad de Martínez Veloz no creció.

De acuerdo con la página de internet San Diego en Red, Jaime Martínez Veloz concretó la primera reunión entre el actual presidente, en ese entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y el Vicegobernador de California Cruz Bustamante, quien asistió acompañado de su amigo, el ahora gobernador electo Jaime Bonilla Valdez.
El 29 de junio del año 2005, López Obrador recibió la visita en el Palacio del Antiguo Ayuntamiento del vicegobernador, quien entregó al mandatario capitalino un reconocimiento por su política de desarrollo social.

El Vicegobernador de California fue acompañado por el Ing. Jaime Bonilla Valdez, quien le solicitó a su amigo, el Arq. Jaime Martínez Veloz, su valiosa intervención para concretar la reunión de intercambio y colaboración entre los Gobiernos de la Ciudad de México y el del Estado de California.

Al salir, Bustamante, primer hispano de origen mexicano en ganar la elección del cargo que ocupa, definió a López Obrador como un hombre interesado en el bienestar de la gente pobre y en generar un sistema y un ambiente positivo para los negocios.
Tocaron también el tema de la política migratoria del proyecto alternativo de nación, de complementar la protección a los inmigrantes con cooperación para el desarrollo del país.

Desde esos días, Bonilla se acercó al actual presidente, pero la pregunta hoy es ¿qué le debe AMLO a Jaime Bonilla?

Será muy difícil probar un cochupo a los legisladores que votaron, en lo oscurito y sibilinos, por la prolongación del mandato de Bonilla, sin embargo no parece existir otra explicación: ¿qué oposición regala, así sin más, tres años adicionales de gobierno a su adversario sin, al menos, darle una caladita?, ¿sin negociación?, ¿sin tener nada a cambio?

Las reglas del juego son claras: en el caso de Baja California se eligió a un gobernador por dos años, así se le dijo, se le informó y se le vendió al elector y así lo votó. Aún con “una encuesta” que respaldara la locura del Congreso Bajacaliforniano, tendría que imponerse la voluntad de quien no lo quiere más allá de los dos años o estaríamos frente a una tiranía de los restantes tres años y un grave antecedente para la democracia mexicana.

Si el Presidente fuera un demócrata, hubiera sido el primero en condenar la intentona de un dictador que termina manchando su transformación.

El Presidente que se lanza contra los órganos autónomos y, sin una sola prueba, los acusa de corruptos y salpica por igual, por citar algunos, a reporteros, a empresarios o a universitarios del ITAM, el Presidente que no repara en escupir señalamientos a la menor provocación y, las más de las veces, sin el menor sentido, ha sido extremadamente prudente ante la evidente violación del más mínimo principio de democracia.

La pregunta es ¿qué le debe AMLO a Jaime Bonilla?… Seguro, algo más que los agasajos del beisbol.

José Francisco Lopez Vargas
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