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El Nivel Idóneo de los Derechos Humanos: para todo tema, caso, persona y urgencia

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez .*

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La necesidad de estudiar, promover y defender los Derechos Humanos (DDHH) tiene una antigüedad de siglos, tantos como cada cual guste reflexionar. Hace unos días, con mi estimado grupo de doctorantes en DDHH reflexionábamos sobre la urgencia de la profesionalización en esta materia; comparto aquí algunas conclusiones que pueden ser acicate de análisis más profundos, y, deseablemente, de acciones concretas.

Actualmente es este un tema más público y controvertido que nunca. En mucho debido a grandes defensores y estudiosos de los Derechos Humanos que han picado piedra y heredado a generaciones cada vez mejor culturizadas en la amplitud, relevancia y urgencia de entender y atender infinidad de carencias en nuestra sociedad, y particularmente en favor de los hoy llamados grupos prioritarios, con los que como nación y como especie tenemos una deuda histórica.

La era moderna vio gestar un auge y desarrollo de la claridad y la contundencia del marco desde el que se regulan y procuran los Derechos Humanos; y ha sido en la (que suelo llamar) maldita posmodernidad donde se han consolidado muchos planteamientos y la progresividad misma de “generaciones de DDHH”, con instrumentos y leyes que dan cuenta del modo que pueden atenderse varios rezagos. Considero que todo el trabajo pionero y aún mucho del actual se ha desarrollado por gente visionaria y con vocación que tuvo que hacerse cargo de su propia formación para llevar a logros relevantes esta lucha. La formación académica específicamente dirigida a esta materia se ha materializado apenas en años recientes.

Digamos que alguna medida, aún muy lejana a lo necesario, la institucionalización y la legislación han dado saltos considerables en las tres últimas décadas, algunos incluso pasaron de la desesperanza a la realidad en tiempos cortos. Esto no significa que haya tema de Derechos Humanos adecuada y definitivamente cubierto, pero sí hay una clara y quizá irrevocable tendencia a la progresividad en estos dos sentidos. Hoy se han convertido en ley varios aspectos que antaño sólo eran principios de tímida aplicación e incluso es ya un hecho que en la constitución y en las decisiones judiciales, e incluso administrativas, se ha vuelto obligatorio el considerar instrumentos internacionales (convencionalidad).

El bastión mejor cubierto es sin duda el de la especialización de las auténticas organizaciones civiles que hacen suya la defensa de derechos específicos, dentro del conjunto amplio de los Derechos Humanos. Vaya mi reconocimiento a quienes han abierto brecha, a las/os que supieron construir la utopía y heredarla, y que son decididos/as persistentes que continúan a cargo y se esmeran en fortalecer a nuevas generaciones. Nos toca preguntarnos si contamos con suficientes defensores de DDHH, y aun más, si cuentan con la profesionalización necesaria.

Sería un magnífico acelerador del proceso que en las licenciaturas se incluyera una o más asignaturas de DDHH, e incluso en los pre niveles; mientras que el mayor acierto está en dirigir la formación a posgrados (especializaciones, maestrías y doctorados). Las aulas empiezan a ocuparse de esto, a pesar del riesgo que, en esta (maldita) posmodernidad, amenaza a la educación en su conjunto: el deterioro del nivel, en algunos casos, por el éxito comercial sobre la calidad formativa. Algunos planteles educativos en nuestro Yucatán y muchos en todo México están enfrentando con decisión y buen nivel la tarea de dotar a la sociedad del elemento humano capacitado para poder llevar los DDHH a una realidad operativa tema por tema, caso por caso, en todos los sectores y con la agilidad necesaria. Buen ejemplo de ello el programa de Doctorado en Derechos Humanos de la Universidad del Sur.

Para explicar porqué considero que es correcto que la formación en Derechos Humanos se brinde a nivel posgrado, me dirijo a la clarificación de una parte del propio concepto de DDHH, que la (maldita) posmodernidad tiende a encubrir, y que hace algunas décadas en las aulas teníamos mucho más claro, pero contábamos con mucho menos desarrollo de instrumentos, leyes y recursos para hacer lo necesario en la defensa de los DDHH. 

Los Derechos Humanos no son una materia por sí misma, ni una rama especializada del derecho, aunque su nombre genere tal confusión. No son el saber o las herramientas de un/a profesionista que se pueda aplicar en un programa de campo o en la intervención en gabinete; no aplica ofrecer servicios de ésta índole. Los DDHH están en una dimensión transversal a la vida en comunidad, son una cobertura cultural acerca de cómo debemos funcionar las personas con las mejores prácticas humanas. Son el derecho de los humanos/as a ser tratados como tales y en ese sentido, corresponde a especialistas desarrollar los principios que permitan hacer esa cobertura amplia social y adoctrinar, llevar, acompañar a los profesionistas, sí, y a las instituciones, e incluso a los particulares, al mejor ejercicio de lo que los preceptos de Derechos Humanos van planteando como puntos de crecimiento, de avance, de escalada hacia la mejor forma de ser personas en sociedad.

Estamos hablando de la necesidad de que la gente que sabe hacer investigación y domina alguna profesión particular aporte para elevarla a este funcionamiento global, en un trabajo colegiado, interdisciplinario, y con eso darle el lugar que corresponde a los Derechos Humanos, que no son meras declaraciones ni romanticismo, o un conjunto legislado de derechos, sino que representan una evolución del pensamiento y funcionamiento social que permita realmente hacer una sociedad auténticamente humana. 

Planteado el punto de la formación confío en encontrarnos nuevamente la próxima semana para compartir sobre las aplicaciones más inmediatas que podemos darle a los Derechos Humanos sobre dos sectores poco abordados por ser políticamente incorrectos y poco generadores de likes: la atención real a todos los DDHH (y no sólo a los más impactantes), y también el binomio derecho humano – responsabilidad (personal y social).

El respeto al derecho humano es la paz… y capaz de convertirnos en nuestra mejor versión como sociedad.

*Jorge Valladares Sánchez
Consejero Electoral del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Yucatán.
Doctor en Ciencias Sociales y Doctorante en Derechos Humanos.
Especialista en Psicología y Licenciado en Derecho.
Presidente 2011-2014 del Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán

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