La Revista

El Obispo desnudo (y III)

Manuel Triay Peniche
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¿PERDÓN O DISCULPAS?


Ay don César Pompeyo, qué bueno que le encuentro. Tengo un dilema peor que el del Hamlet de William Shakespeare, ignoro si quiero seguir siendo parte de la Iglesia Católica o irme al infierno.
-Te pasas reportero, amaneciste muy dramático.
-Los evangelistas Marcos y Mateos narran en las sagradas escrituras que el Sanedrín condenó a Jesús a muerte por blasfemia, al declararse él ser el Mesías, el Hijo de Dios, y de castigo lo flagelaron, los clavaron en una cruz y los desnudaron en público para humillarlo, para exhibirlo.
-Ya párale, periodista, no tengo tiempo para esa historia que ya conozco. Dime directamente qué problema tienes y cuál es tu dilema.
-Déjeme remontarme un poquito más para entrar en contexto. Usted recordará señor Pompeyo cuántas veces nos llamaba al periódico gente que se sentía agredida porque hacíamos públicos sus problemas, por ejemplo, porque al publicar su accidente de tránsito dijimos que iba acompañado de una mujer y eso le trajo problemas con su esposa, y nuestra respuesta invariable era: lo debió usted haber pensado primero. ¿Lo recuerda?
-Ya me cansaste reportero, al grano.
-Pues resulta que el obispo emérito de Guerrero, monseñor Rangel, emitió un comunicado para perdonar a quienes le hicieron daño y agradecer a las autoridades que lo ayudaron. Así de sencillo, y lo firma él, no la Conferencia del Episcopado Mexicano que hizo pública su desaparición.
-Hoy sí que me quieres complicar la vida, reportero, porque no entiendo qué te disgusta y a tí por qué te disgusta que perdone a sus agresores.
-No me diga don César, que a usted le vale lo que al 83 por ciento de los mexicanos que somos católicos debe preocuparnos. Tampoco me vaya a salir con eso de que Dios perdonó a quienes lo clavaron en la cruz y lo desnudaron para humillarlo y lo exhibieron, y que ahora toca al obispo emérito seguir ese ejemplo y perdonar.
-Y por qué no, periodista.
-Porque no es lo mismo, ni se le parece don César. Cristo vino al mundo para salvarnos, para ser cimiento de esa Iglesia que hemos construido por más de 2,000 años. El Señor nos dejó como guías a sus sacerdotes a quienes hizo sus “alter ego”, su otro yo, y les encomendó evangelizarnos, pero no con esas parábolas de Adán y Eva que hasta hoy escuchamos en los templos y casi nadie entiende, sino a enseñarnos con su ejemplo.
-Hoy sí que estás cargado de paja, reportero, al grano.
-Espéreme don César. Ese obispo Rangel, quien al segundo día de su extravío apareció desnudo en un hotel, rodeado de drogas y condones, no al tercer día, al segundo, es un representante de Cristo, a él le encomendó Jesús que nos enseñe el evangelio, él fue quien nos machacó hasta el cansancio el sexto mandamiento de la Ley de Dios, no fornicarás, a él encomendaron ser nuestro guía en el sendero al cielo.
-Ya, reportero, te voy a dejar hablando sólo.
-Continúo don César. Ese obispo, el mismo que medió entre jefes de cárteles del crimen organizado porque a él le sobran lo que a Andrés Manuel le hace falta, ese conocido jerarca de la Iglesia se volvió piedra de escándalo y según el evangelista San Lucas más le valdría colgarse una piedra de molino al cuello y lanzarse al mar. Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Así concluye ese versículo de la Biblia.
-Ya te voy entendiendo, reportero.
-Qué bueno don César, porque ahora va lo que yo no entiendo, no apruebo y no digiero. ¿A quién perdona monseñor Bernal? Si por su cuenta, voluntariamente, se fue a un motel, se drogó, tuvo relaciones y fue exhibido, no tiene que perdonar sino ofrecer disculpas y pedir perdón porque él representa a Cristo en la tierra, porque está obligado a predicar con su ejemplo, porque no puede pedirme que yo respete los mandamientos y él los viola a su antojo y conveniencia.
Si eso que le ocurrió fue un montaje al estilo Epigmenio Ibarra, sea obra del narco o del gobierno, tampoco vale que salga a perdonarlos, está obligado a denunciar, él y la jerarquía eclesiástica, él y la Confederación Episcopal, porque él o los autores le han hecho daño a toda la Iglesia, porque han escandalizado a miles de católicos, porque tienen que ser ejemplo a seguir, porque Dios premia a los buenos pero castiga a los malos.
-Madre mía, reportero, aquí sí que te corto, y me apuro porque allá viene mi Va y Ven. A ver si me da parada frente a la Catedral. Ojalá nadie me haya visto contigo si es que vas a publicar eso.

Manuel Triay Peniche
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