La Revista

Caos

Raul Sales Heredia
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Más allá de la masacre de Tlatelolco que quebró, desde mi punto de vista, la columna vertebral de todo movimiento estudiantil en la trágica fecha del 2 de octubre del 68 hasta nuestros días, esto también generó un estado de pasmo en la reacción de nuestras fuerzas del orden pues, desde ese abuso cruel, desmedido y desproporcionado en perjuicio y represión de nuestros jóvenes, ahora se maneja toda manifestación con pinzas y para que no se llame represión, para que no se les acuse de uso excesivo de la fuerza, para que no sea un tema de golpeteo político.

No son circunstancias similares y no obstante, en el momento en que un agente de policía pide educadamente que nos movamos, la sociedad le grita, lo sobaja, lo humilla y si el policía responde, se le llama policía represor. Los agentes del orden (lean bien, agentes del orden) están justamente para mantenerlo. Todo ser que pertenezca a una sociedad debe de cumplir ciertas reglas que permitan la sana convivencia, es así de simple y mientras en otras partes del mundo la ley se respeta o se exponen a una sanción que va de lo económico hasta la pena corporal, en nuestra tierra se le pide al agente del orden que no mueva un dedo, que si ve un desmán, una falta administrativa, una afectación o una amenaza a terceros, solo se quede ahí, sin moverse esperando que su simple presencia sirva de elemento disuasornjbhh. La sombra de que todo ejercicio de control pueda interpretarse como represión hace que se titubee por la pesada losa del costo político.

Si una sociedad no acata las reglas básicas de convivencia, se cae en la anarquía donde cada quien hace lo que se le viene en gana cuando se le viene en gana y esto no es libertad, es más cercano al libertinaje.

Una marcha por las razones que sea,, con la gente que sea, es una manifestación válida de nuestra opinión y nuestra libertad. En ocasiones puede ser bastante molesto que te impidan el tránsito, que se genere tráfico, que no puedas llegar a un lugar o salir de ahí… molesto pero, nada más, en todo caso, podríamos decir que solo así pueden subrayar el asunto merecedor de la atención. No obstante, cuando tipos encapuchados, agreden, pintarrajean, incendian, destruyen, roban, deja de ser una cuestión de libertad, al contrario, es una afrenta a la misma, estas personas ya no están ejerciendo sus derechos, están infringiendo las normas que nos rigen y tolerarlo es dejarlos impunes, sí, la maldita impunidad, la madre de la corrupción y de todo lo que nos tiene sumidos en el hoyo en que nos encontramos.

Si bien tener cinturones de paz es una manera interesante de ver (e intentar detener) estas afrentas, lo cierto es que estamos poniendo a civiles sin entrenamiento en riesgo y ni siquiera deberíamos considerarlo necesario si nuestras fuerzas del orden están capacitadas para prevenir y en su caso detener a quien ponga en riesgo la seguridad de la sociedad.

¿Entonces por qué no se detiene? Ahí está el quid, si los oficiales detienen a los que en una manifestación realizan estos actos, lo primero que se les gritará es que están “reprimiendo” al pueblo y no hay nada más falso que eso, al contrario, están cuidando los bienes y la integridad física de los mismos al detener a quien los está poniendo en riesgo.

En este asunto como en la mayoría, los diferentes puntos de vista pueden estar encontrados y habrá quien critique esto pues dirán que no se puede apagar fuego con fuego pero, no es esto lo que estoy enredándome en decir… espérenme… hagámoslo simple… Puede manifestarse cualquiera y no se detendrá a nadie pero, si un grupo de ellos comete una agresión a otro ser humano o pone en riesgo a los demás, se le detendrá por 24 horas y si reincide, se procederá legalmente.

Nuestras fuerzas del orden merecen nuestro respeto y debemos brindarles la confianza en su entrenamiento y en su capacidades para que ejerzan su función de proteger y servir a la comunidad o acaso esperamos que el fuego (literal y figurado) no sea combatido por aquellos que están entrenados para ello.

Es correcto no caer en provocaciones y, no obstante, no actuar ante un ilícito, es incumplir la función para la que fueron creadas.

Ejemplos hay muchos, las marchas son quizá el más común pero, también está el secuestrar autobuses y choferes para buscar una negociación en el cumplimiento de demandas laborales, o paralizar una ciudad cerrando una avenida con taxistas esperando que se les den beneficios o se les quiten a sus competidores. El punto es que hay derechos pero también obligaciones, la libre asociación, la queja y, la exigencia deben de ser no solo permitidos sino cuidados en su realización, sin embargo, cuando algunos grupos realizan actos vandálicos deben ser sancionados y si realizan un delito como es secuestrar a una persona (con todo y camión) deben de ser enjuiciados y no premiados.

Nada de esto será posible si como sociedad no encontramos ese lugar en común que nos hermana a todos y que invariablemente para la obtención de la paz,debe cruzar por la gratitud, dignidad y respeto hacia nuestras fuerzas del orden o, en caso contrario, solo nos esperará… el caos.

Raul Sales Heredia
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