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Salud mental, el remedio para una sociedad enferma

Editorial La Revista Peninsular
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Editorial, por: La Revista Peninsular.

Hace unos cuantos ayeres, las pantallas del cine nos presentaron a una institución de la villanía y la violencia, el despiadado Darth Vader.

De la mano de George Lucas, pasamos de temerle en vida a llorarlo en muerte, pues el mítico director logró crear un personaje realmente humano.

Pocas veces habíamos visto a un personaje que impusiera tanto miedo y respeto, y fue ésta impresión causada en los espectadores, la que hizo que muchos comulgáramos más con las enseñanzas de los Sith que con las de los Jedi.

Desde entonces, ya era evidente que las personas, especialmente los jóvenes, buscan identificarse con el villano; cosa que no es sorpresa porque la gente siempre se siente atraída por el poder y la fuerza.

Si tuviéramos que definir la figura de villano a lo más básico, diríamos que es alguien que busca hacer valer sus intereses sobre todas las cosas; énfasis en el “todas”. En otras palabras, un villano es quien ejerce el sistema a su favor, o lo violenta para obtener resultados, pero siempre busca cumplir sus objetivos a como dé lugar.

De todos los villanos creados y concebidos, a quienes les podemos conocer su lado humano son los más recordados en la cultura popular, y por lo tanto en nuestra memoria colectiva.

Esto se debe tenemos más herramientas para conectar con quien vemos en pantalla; entonces el villano no es un ente de maldad, sino un humano haciendo valer sus convicciones, equivocándose, o reaccionando al entorno que lo rodea.

La película “Joker” logró de manera excelsa hacer humano a uno de los villanos más inhumanos del universo de ciencia ficción. La obra del director Todd Phillips, enaltecida con la actuación de Joaquin Phoenix, es una oda a la empatía.

También es una fuerte crítica a los sistemas que rigen nuestra vida: el sistema social y el sistema gubernamental. La película pone el foco sobre personas que son víctimas de su entorno; gente sin poder para sobrellevar sus condiciones de vida.

Nuestro país puede relacionarse profundamente con esta película. En la obra se aprecian manifestaciones civiles que se radicalizan por la represión sistemática, podemos ver cómo los recortes presupuestales del gobierno le destruyen la vida a gente enferma, y, particularmente en Yucatán por los índices de suicidios, podemos relacionarnos con cómo ignoramos a quienes padecen enfermedades mentales.

La película generó controversia por la presunta violencia que contiene, pero lo que hace falta aclarar es que no se trata de violencia gráfica, sino de la promoción a una sincera empatía hacia el villano.

Esto puede ser peligroso considerando lo expuesto anteriormente, que las personas buscan identificarse con los villanos.

En concreto, a la comunidad le asustaba que se difundiera la idea de que está justificado disparar contra inocentes por tener una historia de vida trágica. Este miedo no es infundado pues es una realidad que se vive en las escuelas y puntos de reunión en Estados Unidos.

Por esta histeria colectiva, en nuestra ciudad de paz han ocurrido dos presuntas amenazas de tiroteos en escuelas.

La primera fue la semana pasada en la UADY. Al parecer un joven pensó que era gracioso advertirles a sus amigos que iría a disparar a su facultad, estos mensajes se difundieron, y ocasionaron que se cancelaran clases y que se iniciaran investigaciones en su contra.

La segunda fue este pasado fin de semana en el instituto Alianz. En esta ocasión, un ex alumno fue víctima de calumnias, ya que se difundió una imagen en la que se usaron fotos suyas en las que aparece con pistolas de aire, y un mensaje adjunto que indicaba que planeaba acudir al Alianz a disparar junto con otro compañero.

Esta imagen creó conmoción entre los padres de familia, lo que ocasionó que la institución emitiera un comunicado explicando lo sucedido.

En ambas situaciones los jóvenes tomaron decisiones imprudentes (mandar una broma de mal gusto a sus amigos, y tomarse fotos con armas) que fueron utilizadas en su contra, y se exageraron hasta el punto de que tuvieron que afrontar procesos legales.

La situación es delicada, porque si bien se debe cortar de raíz cualquier amenaza a la seguridad colectiva, la reputación de estos jóvenes ha sido dañada por un acto sin malicia, de acuerdo a lo que se sabe actualmente.

También deja que pensar la reacción de la sociedad, que si bien fue de alerta funcional, en el momento se propagó información falsa y se infundió miedo. Por esto, me pregunto si los padres de familia que entraron en conmoción, ¿son héroes por movilizarse contra un villano?, ¿villanos por señalar inocentes?, o ¿humanos preocupados y susceptibles a la violencia?

Otro punto para reflexionar, que normalmente es pasado por alto, es el impacto que tienen estas amenazas en la conciencia de los jóvenes estudiantes. Nuestros niños van a la escuela con miedo a morir, y este es un temor real y justificado; necesitamos hablar más sobre esto, pues esta situación puede repercutir severamente en su salud mental.

“Joker” está tan bien hecha, que por momentos uno se olvida que está ante un villano; más aún, nos olvidamos que es un villano por su severa enfermedad mental. El guasón de Phoenix apela a las masas porque es fácil identificarse con un villano, y más con uno que es víctima del sistema; ahora, si alguien se identifica con este personaje en un nivel más profundo, lo más probable es que necesite ayuda médica.

Ojalá que si algo deja está película en la sociedad no sea ser reactivos ante la amenaza de violencia, sino preventivos en las enfermedades mentales.

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