La Revista

¿Y Culiacán ya Está Tranquilo? “Demasiado, Mi Amigo”

Jorge Valladares Sánchez
Jorge Valladares Sánchez
Sígueme en redes sociales:

Por: Jorge Valladares Sánchez *.

dr.jorge.valladares@gmail.com
@DrJValladares en Tweeter
@dr.jorge.valladares en Facebook

“Probablemente ya, de mí te has olvidado…”, dice la canción que en 1974 lanzó uno de los que yo doy en llamar genios simples, nuestro mexicano inmortal, michoacano-chihuahuense-universal… Y la retomo para revisar hoy la manera en que una variable muy básica como sería la memoria puede servir en la explicación de importantes hechos sociales, políticos y culturales e incluso nos puede dar luz de lo que serviría hacer cuando queremos que llegue una solución verdadera a algo que consideremos importante.

El título de esta nota fue la pregunta que le hice a un nuevo amigo, taxista, que conocí en las calles de Culiacán, una semana después de esa tarde que el Excélsior cabeceó: “Culiacán, bajo Fuego”, La Razón: “Capturan y liberan al Hijo de El Chapo, Culiacán Vive Seis Horas de pánico”, el Sol de México: “Narco Toma Culiacán” y El Heraldo: “Sinaloa bajo Fuego”. Yo pensé que me respondería: “¡Oviiii!”, pero el subtítulo fue su respuesta; que a él dio pie para sus siguientes comentarios y a mí para enfatizar cómo podemos excedernos si permitimos a la memoria actuar al servicio del exterior. Y él continuó: “…estuvo ¡bien cañón!; yo estaba aquí en el hotel y la Fiscalía está acá atrás y es donde fue todo el rollo; sin exagerarle, amigo, se oía ‘pum, pum, pum, tracatracata’, yo le ponía la mano al techo del carro y se sentía la presión; y lo que se veía bien cañón era el mentado cincuentón [cañón de 2 metros de largo]… ‘vámonos a la verxx, me dijo mi pasajero’… Esta gente ya iba a comenzar a tirarle a los civiles…”…

Y “ahora qué sigue”, le pregunté. “Híjole, buena pregunta”, respondió entre carcajadas.

Recuerdo que el 18 de octubre al ver los videos y notas e imaginar lo que estaba pasando sufrí una conmoción de imaginar a la gente, familias, tirándose al suelo, sin más idea clara que desear que no les tocara una bala, en especial a sus hijos/as. Y cuando ya iba saliendo del efecto emocional, horas después, entré a un estado de perplejidad al ver las reacciones de celebración hacia la autoridad de una gran cantidad de usuarios de redes en respuesta a quienes cuestionaban la evidente e incomprensible pésima coordinación del operativo, que, siendo un tema vital para la seguridad nacional, desde hace décadas los militares los realizan con gallardía y efectividad.

Esa y conversaciones similares fueron factibles gracias a que mi andar en el servicio público me llevó a conversar con buenos amigos/as funcionarios del Instituto Electoral de Sinaloa, para compartir ideas hacia la realización de lo que será el Noveno Encuentro Nacional de Educación Cívica. Con el profesionalismo y convicciones que les caracterizan dimos buena cuenta de los objetivos de la reunión y todavía tuvimos unos minutos para que compartirles los comentarios que en las calles escuché y de cómo quise andar por la noche en las calles que llevan del Centro de la ciudad a la zona de Tres Ríos, cerca de dónde se realizó (o no, o quién sabe) la captura (de Ovidio o del sistema o de la tranquilidad).

Alguien en la reunión exclamó preocupación, como si me hubiera arriesgado en esa caminata. Los/as demás lo vieron natural, y afirmaron que la situación del 17 de octubre no es Culiacán, ni tampoco un problema así es más fuerte que su gente; esto en plena coincidencia con los comentarios y miradas de la gente con la que conversé en la calle, con la marcha que se hizo un domingo después organizada civilmente por alrededor de 100 agrupaciones locales, con los eventos inmediatos que se realizaron sin contratiempo (incluido el béisbol, tan bueno para conferencias) y con el hecho de que llegué sin incidentes a mi destino, luego de andar por 30 minutos por sus oscuras calles. “Está tranquilo, pero la gente necesita venir para comprobarlo dijo uno de mis colegas”. Y yo fui, y lo comprobé, y me dio un gusto enorme saber que la gente de Culiacán vive como en muchas otras ciudades de nuestro México y un evento tan intenso como éste, no logra remover su cultura cívica o robarles por completo la tranquilidad. Esperaba calles vacías, militares en la calle, miedo en las miradas… eso no pasó.

Fue realmente un asunto muy humano, muy sensible, que tuvo un impacto en el ámbito nacional, bien asimilado por la ciudadanía culiche, pero originado en dos elementos que creo que NO se nos deberían olvidar. El primero, el lacerante narcotráfico con cada una de sus aristas, pero en especial el riesgo social y de seguridad pública que representa. Muchos participantes de la política partidista tienen por costumbre mencionarlo sólo cuando tienen algún logro que lucir o como forma de atacar desde la oposición a quien no logra abatirlo estando en el poder. Ni de un color ni de otro lo han logrado. Pero hoy en nuestro México, gracias a la fortaleza de la ciudadanía y la autonomía de las instituciones electorales, unos y otros colores llegan a estar alternativamente a cargo y en la oposición, por lo cual se hace predecible la postura que tomarán hacia el narcotráfico y otros problemas, más por la posición que ocupa su partido, que por una ideología o por integridad personal.

El segundo elemento que no procede olvidar es que hubo un fallo en un operativo de seguridad y eso es un tema nodal para toda la ciudadanía, para nuestras familias. Y a continuación decenas de versiones, ¡qué falta de confianza!; comunicación oficial caótica ¡qué falta de profesionalismo! Y distractores grotescos, como si fuera un asunto menor o normal ¡qué falta de vergüenza! A muchos puede importarle qué falló, porqué falló, quién falló… A mí y a varios/as más nos importa, cómo demonios podemos esperar que NO vuelva a suceder, ni lo del día 17 de octubre, tan lamentable e indeseable para cualquier persona, ni lo grotesco del manejo posterior. Y no me refiero sólo a conciencia civil, sino a un hecho simple, que repito a menudo: los integrantes de cualquiera de los gobiernos son personas a las que a través del voto les proveemos el empleo y enormes recursos para hacer las cosas bien para la gente; no se trata de simpatizar, creer o confiar, es exigir soluciones, eso es lo ciudadano, en Culiacán y en todo nuestro México.

Y aquí entra la memoria, que es un proceso mental, que se caracteriza por dos fases, el retener la información y su recuperación voluntaria. Hay personas que la tienen más fuerte, otras que menos; y hay también una suerte de memoria selectiva, que nos lleva a retener unos eventos más que otros, dependiendo de quiénes y cómo somos. Pero lo deplorable es cuando el actuar de quienes deben guiarnos hacia o hacerse cargo de la solución de los problemas públicos se beneficia de que falle la memoria de la gente, de los pueblos, o saturan de temas la percepción pública, para que olvidemos por ahora y revivamos el recuerdo hasta que se presente un siguiente evento, en vez de cumplir su deber de aprender del error y corregir.
La contumacia tiene una arista perversa, que lleva a no reconocer los errores, y por tanto no atender y cambiar el rumbo, eso es imperdonable en alguien contratado para hacer un buen trabajo para la gente. Y peor si con sus errores arrastra a otros a fallar en sus encargos profesionales. Y más ‘pior, (que es peor que peor) dirían en mi pueblo, si nuestra memoria deja pasar que estamos esperando, necesitados o con derecho a una solución, y pagamos mucho por ella en cada compra, en cada cuota, en cada impuesto. Un error es entendible (si se reconoce y se explica), somos humanos, es perdonable… pero dejarlo pasar es la vía rápida a repetirlo o agravarlo… Demasiado tranquilo, puede ser demasiado, cuando queda algo por reconocer y arreglar.

“…probablemente estoy pidiendo demasiado, se me olvidaba que…” “no me acuerdo, no me acuerdo, y si no me acuerdo: NO PASÓ”…

———————————-
*Jorge Valladares Sánchez
Consejero Electoral del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Yucatán.
Doctor en Ciencias Sociales y Doctorante en Derechos Humanos.
Especialista en Psicología y Licenciado en Derecho.
Presidente 2011-2014 del Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán.

Jorge Valladares Sánchez
Jorge Valladares Sánchez
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último