En la pantalla, por: David Moreno
Las manifestaciones feministas del pasado 25 de noviembre exhibieron en gran medida la calidad que hoy tenemos en materia de medios de comunicación, particularmente en Mérida donde la arbitraria detención de un grupo de manifestantes por parte de elementos de la policía generó que muchos “portales de noticias” y canales de televisión inmediatamente difundieran las imágenes criminalizando a las aseguradas y estigmatizando su protesta como violenta incluso antes de que ésta comenzara. Con lo anterior queda claro que la idea de tales medios no es informar. Se trata de generar una sensación de “éxito” mediático a partir de la difamación y la diatriba. No les interesa investigar y dar los datos de manera veraz sino generar tráfico en la red, hacer que su marca se convierta en algo viral para luego utilizarla como moneda de cambio. Atrás ha quedado la idea de que el éxito de un servicio noticioso se encuentra precisamente detrás de esa palabra: servicio. Es decir, hacer de la información algo que brinde al televidente o lector el poder para tomar mejores decisiones a partir del conocimiento de los hechos que afectan a su entorno.
Lo acontecido hace uno días me hizo recordar a una de las mejores escenas de la televisión de los últimos años. En el Episodio 4 de la primera temporada de The Newsroom la tranquilidad de la redacción de Newsnight, el noticiero estelar de la cadena ACN, es interrumpida por una noticia: la congresista Gaby Giffords ha sufrido un atentado y ha recibido varios impactos de bala. La locura se apodera de la sala y todos los involucrados en la producción del noticiero comienzan a recopilar información para salir lo más pronto posible al aire. Todo es confusión y corresponde a los productores y periodistas dar orden al caos noticioso con un objetivo: contar los hechos de manera veraz. En medio de la transmisión otras cadenas comienzan a dar por cierta la versión de Giffords ha muerto. Eso hace que el dueño de la emisora irrumpa en el estudio exigiendo que ACN haga lo mismo aún sin tener la certeza de que la información es verídica, lo hace pensando solamente en el rating, en el miedo que le produce perder televidentes ante otras cadenas que, sin verificarla, han adelantado la información. Will McAvoy (el fantástico Jeff Daniels) y su equipo dudan sobre si hacer cierto el rumor porque se han empeñado en practicar una de las máximas del periodismo: no dar como noticia lo que tan solo es una versión sin comprobar. Cuando el dueño de la cadena se voltea a uno de los productores en la búsqueda del apoyo para confirmar la información éste le responde con una frase que es toda una lección de periodismo: “Es una persona, los médicos dicen si esta muerta, no las noticias”. Ante la frustración del dueño de la cadena, los periodistas no difunden el rumor. Unos segundos después la verdad se impone: Gifford no está muerta sino en la sala de operaciones donde un equipo de cirujanos terminará por salvarle la vida.
La escena es emocionante por muchas razones, pero ante todo porque muestra a un grupo de profesionales del periodismo defendiendo por sobre cualquier cosa el derecho de su audiencia a recibir información verídica, aunque ello implique perder algunos puntos de rating ante la competencia. Se trata sí, de una representación casi utópica de lo que debe ser el periodismo pero que funciona perfectamente al espectador para entender la importancia que tiene el presentar hechos de manera concisa y ajena a fomentar el morbo, algo rentable sí pero al fin y al cabo deshonesto. The Newsroom y el actuar de sus personajes encabezados por Will McAvoy nos dejaron un interesante legado de lo que debe ser el actuar del periodista. Cuando terminó escribí lo siguiente: “Ha terminado la que tal vez sea la serie con el mejor contenido temático de la década. Por que no hay en nuestros días tema más trascendente que la información, su manejo y su recepción. The Newsroom nos recordó que “No hay nada más importante en una democracia que un electorado bien informado”, fue la serie que se preguntaba cual era la mejor versión de los argumentos y respondía: “no es la más colorida, ni la más escandalosa, sino la mejor”, y la que reforzaba una tesis básica del periodismo: “cuando no hay información, o peor aún: mala información, pueden producirse decisiones equivocadas”. Ante lo que hemos visto y leído en los últimos días en nuestros medios, su revisión se hace necesaria pues por su contenido puede ser coadyuvante para convertirnos en una audiencia más crítica, analítica y sobre todo que tenga la capacidad de exigirle a los medios que nos den un mejor servicio.
Sus tres temporadas están disponibles en HBO GO.