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Bancarización

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

Una de las políticas más neoliberales es la bancarización de toda una población. Si busca usted bancarización en Google lo primero con que se tropieza es: “La bancarización consiste en formalizar todas las operaciones y canalizarlas a través de medios legales que permiten identificar su origen y destino y que el Estado pueda ejercer sus facultades de fiscalización contra la evasión tributaria, el lavado de activos y otros delitos”.

Los beneficios también aparecen: “Los servicios financieros son de vital importancia para el funcionamiento de la economía de un individuo, hogar, empresa y, por ende, de cualquier país.

“La inclusión financiera y la bancarización se pueden definir como el acceso y uso de servicios bancarios de calidad por parte de todos los segmentos de la población”.
Hasta ahí las definiciones.

El primer día de la primera semana hábil del 2020 el presidente López Obrador anunció que en 2020 se van a construir mil 350 sucursales del Banco de Bienestar y hasta ahora ya están aprobados los recursos para dos mil 700 de ellas.

“Este año se van a construir mil 350 y el próximo el resto, para que la gente que está recibiendo su apoyo, como personas mayores, becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Es decir, todo lo que dispersamos se pueda acercar, es decir en las comunidades más cercanas”, señaló.

Dice Excélsior: en su conferencia de prensa matutina, dijo que de los dos mil 500 municipios solamente hay sucursales bancarias en mil, es decir en mil 500 no hay bancos y estoy hablando de las cabeceras municipales”.

Reiteró que la edificación de las sucursales estará a cargo de militares, y para las primeras se tendrá un costo de cinco mil millones de pesos y otros 5 mil más para las que se construirán en 2021.

“Este dinero fue por los ahorros y está por firmarse el convenio para la construcción de las sucursales. Ya se inició la construcción, porque tenemos que hacer 100 al mes”, refirió el presidente.
Según F. Bartolomé en Reforma: “Da la impresión de que Andrés Manuel López Obrador está haciendo cuentas muy alegres con el Banco de la Ilusión, perdón, del Bienestar. Y es que según el Presidente, en tan sólo este año va a construir mil 350 “sucursales pequeñas” con una inversión de 5 mil millones de pesos.
“Esto significa, en números redondos, construir un promedio de ¡cuatro sucursales! por día. Y a lo mejor se puede argumentar que no es tan complicado dado que son “pequeñas”, pero entonces surge otra duda más canija: si van a ser tan austeras, ¿cómo diablos entonces van a costar 3 millones 700 mil pesos cada una?”

Y las críticas no se hicieron esperar. Pascal Beltrán del Río, director de Excélsior, escribió el martes 7 de enero: “Ya después, agregó el presidente, “se pueden dar otros servicios: el de las remesas (…) y, luego, los servicios de otorgamiento de créditos a tasas bajas, la captación de ahorros, ya lo que tiene que ver con las funciones bancarias”.

“Al margen de discutir si esto último no se convertiría eventualmente en una competencia desleal hacia la banca establecida, llama la atención la idea de que para avanzar en la bancarización resulte necesario construir edificios y ampliar la burocracia.

“Este gobierno tiene la propensión de echar mano de ideas de más de medio siglo de antigüedad, y centradas en el Estado, para resolver los problemas del mundo moderno. ¿Por qué, en lugar de pensar en construir edificios para alojar sucursales del Banco del Bienestar, no se voltea al exitoso modelo de M-Pesa en Kenia, que ha revolucionado el paisaje de la inclusión financiera mediante los pagos móviles?
Hace ya casi 15 años, las empresas de telefonía celular Safaricom y Vodafone lanzaron M-Pesa –M, de móvil, y Pesa, que significa dinero en suajili– para ofrecer el servicio de pagos móviles a sus suscriptores de prepago no bancarizados.

Actualmente, 93% de los kenianos tiene acceso a un servicio que, entre julio de 2016 y julio de 2017, movió el equivalente a 30 mil millones de dólares, esto es, casi 49% del PIB del país africano”.

Agrega: “Muy a la manera de servicios de pago móvil que han comenzado a entrar en el mercado mexicano, éste utiliza el teléfono celular como cartera. Convierte la tarjeta SIM y la línea telefónica en una cuenta bancaria para utilizar moneda virtual y permite cubrir toda clase de gastos, así como enviar dinero a otras personas. Si un usuario necesita cambiar dinero virtual por efectivo o viceversa, puede hacerlo con alguno de los 120 mil agentes de M-Pesa.

“De acuerdo con la revista de N26 –el primer banco móvil europeo con sede en Berlín–, M-Pesa “comenzó como una manera de gestionar microcréditos, creada por la filial de Vodafone, Safaricom. El departamento de Desarrollo Internacional de Reino Unido tenía dificultades para conseguir fondos para las áreas rurales en Kenia. Mandar efectivo no hubiera sido práctico, ya que gran parte de la población vive a varios kilómetros de un banco. Esto suponía un costo, que se hubiera traducido en intereses más elevados.

“¿La solución? Enviar efectivo a los usuarios mediante sus líneas telefónicas. En 2007, alrededor del 54% de la población tenía un teléfono propio o acceso a uno. El móvil se convierte en un medio válido para pagos y reembolsos”.

En México hay 121.8 millones de teléfonos móviles al finalizar 2019 lo que haría más fácil atender a toda la población del país, incluso las que tiene menos acceso a servicios bancarios por los sitios donde viven.

Edificar sucursales bancarias de 4 millones de pesos no sólo significa un dispendio sino que implicaría otras necesidades, como servicios de energía eléctrica, internet, y empleados que tendrían que capacitarse si son del área o viajar si no son de la zona.

Pero lo principal es que ese dinero puede utilizarse para construir infraestructura o urgencias reales en esas zonas como pequeños dispensarios médicos, caminos para sacar cosechas o comunicar las poblaciones o incluso becas y educación.

La propuesta podría dar pie, además, a una competencia desleal del Estado al sistema bancario nacional.

La propuesta del presidente pareciera otra ocurrencia como aquella de que el avión presidencial no servía para viajes cortos sino únicamente para largos, y por eso representó un fraude su adquisición; o que Santa Lucía estará lista en 2021, aunque no se tenga el proyecto de navegación del espacio aéreo de esa región, cosa que toma años armar.

Será 2020 el año de las ocurrencias, si nos atenemos a lo que el presidente nos tiene acostumbrados. El dispendio en tiempos de austericidio, pero sólo en lo que al presidente le importa.

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