En medio de la guerra que azota Ucrania, la ciudad de Lviv, que hasta hace poco se consideraba un refugio seguro en el oeste del país, fue escenario de una tragedia devastadora. Un ataque con misiles rusos acabó con la vida de una familia casi en su totalidad, dejando una profunda huella de dolor en toda la comunidad.
Daryna Bazylevych, de 18 años, había descrito a su familia como “increíblemente unida y armoniosa” en su carta de solicitud para la universidad. Sin embargo, esa unidad se vio destruida cuando un misil ruso impactó en su hogar, matando a su madre Yevhenia, de 43 años, y a sus hermanas Yaryna, de 21, y Emilia, de 7 años. Yaroslav, el padre de la familia, es el único sobreviviente del ataque. Él había salido del refugio en la escalera del edificio para buscar agua, lo que probablemente le salvó la vida.
El misil alcanzó su edificio de viviendas en Lviv, una ciudad que hasta ahora había sido considerada como un refugio seguro para los desplazados internos que huían de las zonas más afectadas por el conflicto. Los servicios de emergencia de Ucrania informaron que la familia se estaba refugiando en la escalera, un lugar que suponían seguro, pero la tragedia golpeó de manera inesperada y brutal.
El alcalde de Lviv, Andriy Sadovyi, expresó su dolor por la pérdida de la familia, destacando que Yaryna, la hermana mayor, trabajaba en el ayuntamiento como parte de la iniciativa “Lviv – Capital Europea de la Juventud 2025”. Daryna, la hermana del medio, era una estudiante becada de cultura ucraniana en la Universidad Católica Ucraniana de Lviv, donde acababa de comenzar su segundo año. La universidad emitió un comunicado expresando la magnitud de la pérdida: “Se trata de una pérdida grande e irreparable. No hay palabras que puedan describir este dolor. Recemos por las almas de las víctimas inocentes. Recemos por Yaroslav, el padre”.
Yevhenia, la madre, y sus dos hijas mayores eran miembros del movimiento de los Scouts ucranianos, quienes describieron a Yevhenia como una “personalidad creativa, inteligente, positiva y brillante”, destacando el impacto que había tenido en su comunidad.
Este ataque a la familia Bazylevych se produjo en una semana especialmente trágica para Ucrania. El mismo miércoles, otras tres personas también perdieron la vida en Lviv debido al ataque, sumando un total de siete fallecidos en la ciudad. Apenas un día antes, dos misiles rusos habían alcanzado una instalación educativa militar en Poltava, dejando un saldo de 53 muertos y más de 270 heridos.
Lviv, situada cerca de la frontera con Polonia, había sido un lugar de relativa seguridad en comparación con otras zonas de Ucrania más cercanas al frente de batalla. Sin embargo, este ataque subraya la realidad de que ningún lugar está a salvo en el contexto de esta guerra. Los misiles y drones rusos, aunque tardan más en llegar, aún representan una amenaza mortal incluso en áreas consideradas seguras, como lo demuestran las vidas arrebatadas en este ataque.
La muerte de esta familia ha dejado una marca profunda no solo en la ciudad de Lviv, sino en todo el país. En un conflicto donde las cifras de bajas civiles siguen aumentando, esta tragedia recuerda el inmenso costo humano de la guerra. Las comunidades afectadas por la violencia se ven despojadas no solo de vidas, sino también de su sentido de seguridad y paz.
