Por: José Zenteno Dávila.
¿Qué hay detrás del
uso recurrente del avión presidencial en la retórica de la autollamada cuarta transformación? Hagamos un
recuento de los hechos. Antes y durante la campaña por la Presidencia de la
República el avión se utilizó como recurso político en la publicidad y en los
discursos de AMLO. En enero del 2019 se le hizo una despedida al ser enviado a
los hangares de la empresa Boeing en los Estados Unidos con memes, videos y
declaraciones en redes sociales. Un año después traen a México al mentado
artefacto y el Presidente lo usa como distractor en medio de una crisis del
sistema de salud pública de la Nación.
Resulta evidente que el
avión presidencial es uno de los activos simbólicos más importantes para la
estrategia de comunicación de la 4T. Por una parte, el avión es un medio de
transporte que utilizó el jefe del Estado Mexicano para viajar seguro, a
tiempo, poder atender asuntos del gobierno mientras se traslada y reducir
costos de transportación de sus comitivas. Por otra parte, en el imaginario de
algunos mexicanos, representa un símbolo de los excesos y la corrupción del
régimen anterior; el del PRIAN, la mafia del poder, la oligarquía corrupta y
demás epítetos conocidos.
El “avión que no tiene
ni Obama” fue un material de propaganda muy eficaz para posicionar al artefacto
como un poderoso significante vacío ¿Qué es eso? En términos sencillos
podríamos definirle como un concepto que para algunas personas representa algo
más que su significado propio. En este orden de ideas, el avión deja de ser un
instrumento de transporte al servicio de un presidente y se convierte en un
símbolo de la frustración social y un estímulo al enojo de una parte de
mexicanos.
El mensaje se
transforma en un significante vacío porque excita la imaginación, la ignorancia
y la hipocresía del pueblo, manipula las emociones de gente que no es capaz de
establecer un juicio sobre el valor y la utilidad de las cosas que usan los
presidentes. López Obrador les ofreció una representación de los supuestos
excesos cometidos en perjuicio del pueblo, excesos que explican su fracaso en
la vida (pues ese dinero pudo dárselo a la gente). Además, a algunos mexicanos los
estimula a reafirmar su superioridad moral, porque ser y estar jodidos por
culpa de los corruptos del régimen anterior les otorga licencia para sentirse moralmente
superiores.
En otras palabras, el
avión presidencial es un vehículo que reafirma la superioridad moral de los jodidos. Y utilizo esa palabra “jodidos” para
evitar menospreciar a los pobres, porque la pobreza es una dimensión humana que
merece respeto y a todos nos compromete, pero la hipocresía no, y en mi
concepto los jodidos son hipócritas, sátrapas y vulgares holgazanes. Si usted
no es uno de esos no se dé por aludido o aludida.
Otro ejemplo de un
significante vacío es el muro de
Trump. Desde este lado de la frontera el muro nos parece una pared absurda,
cara, monumental e inútil, pero para el público de los Estados Unidos que
rechaza a los inmigrantes (el pueblo bueno de Trump), el muro les recuerda sus
miedos, frustraciones, odios y aires de superioridad
racial. Ambos símbolos, el avión presidencial y el muro, son significantes
vacíos de gran importancia en los discursos de los dos presidentes. Sin
recursos simbólicos como esos, sus bases de simpatizantes no se movilizan políticamente,
es más, la gente que los sigue perdería identidad, unidad y coherencia en el
contexto político.
Algunos van a
responder que ese avión en particular es un exceso por su elevado costo y
frívolas comodidades. Que el equipamiento adicional solicitado por el gobierno
de Peña Nieto no lo tienen los aviones del presidente de los Estados Unidos y
que solo los jeques árabes se dan esos lujos. Me permito presentar a usted,
caro lector o lectora, la prueba de que eso es falso.
De acuerdo con datos
recabados en diversas fuentes oficiales y privadas disponibles en internet,
estos son los aviones que usan para viajes largos (salvo López Obrador) los
mandatarios de los 20 países con las economías más grandes del mundo:
En el curso de la
investigación encontramos que países como Corea del Sur, China y México, entre
otros, rentan los aviones que usan sus mandatarios. Algunos lo hacen a líneas
aéreas y otros a los fabricantes como es el caso de México. Todos los gobiernos
que rentan o adquieren aeronaves hacen modificaciones en ellas para que se
ajusten a las necesidades de los jefes de Estado. También encontramos que todos
los países cuentan con una flotilla de aviones y helicópteros con diferentes
capacidades para el uso de los altos funcionarios de los gobiernos.
Esta es la descripción
del avión que usa el presidente Trump de acuerdo con una nota del diario argentino
El Popular a propósito de la reunión
del Grupo de los 20 celebrada en Buenos Aires en noviembre de 2018: “Este
renovado Boeing 747, denominado VC-25 (en rigor son dos aviones gemelos
identificados con los números 28000 y 29000), tiene capacidad para 100 pasajeros,
puede volar más de 12.500 Km y es, literalmente, una “Casa Blanca voladora”.
Además de un dormitorio, un gimnasio y varias oficinas, la nave tiene dos
amplias cocinas que pueden alimentar a cien personas al mismo tiempo, una gran
sala de reuniones, salas comunes destinadas a asesores del presidente,
oficiales del servicio secreto, prensa e invitados, y una oficina médica.”
La misma nota describe
otros aviones. “El avión que trasladó a la premier británica Theresa May es un
Boeing 777 perteneciente a la Royal Air Force (RAF) convertido en una verdadera
fortaleza volante. Con sistemas de seguridad de última generación, aunque con
un interior adusto y sin demasiados lujos, pero sí muy cómodo.” En cuanto al
avión de Vladimir Putin “el Ilyushin-96 (es) otra fortaleza que vuela. Dotado
de sistemas detectores de misiles, tanques suplementarios de combustible y
cuatro motores de ultra potencia que le permiten desarrollar mayor velocidad
que sus pares convencionales.” Al respecto de los aviones de los mandatarios de
México y de España la nota dice así: “El hasta hoy presidente mexicano Enrique
Peña Nieto viajó en un Boeing 787 Dreamliner muy moderno, con su interior
modificado para mayor comodidad, al igual que Airbus 330 del Reino de España
que trasladó al jefe del gobierno español, Pedro Sánchez.”
Finalmente. Si el
presidente López Obrador considera que el avión presidencial ofende al pueblo,
también debería de considerar que manipular al pueblo con el cuento de que lo
va a rifar es todavía una mayor ofensa, y que dejarlo guardado es aún más
costoso que utilizarlo. Para encontrar una solución salomónica podrían desmontar todo aquel equipamiento que parezca
frívolo y lujoso y colocar en su lugar un mobiliario adecuado a las exigencias
de la retórica populista. El avión presidencial debe dejar de ser un recurso
político para manipular y ofender a la sociedad y comenzar a hacer lo suyo que
es volar con el Presidente de México.