La escalada de violencia entre Israel y Hezbolá ha alcanzado niveles críticos tras los bombardeos israelíes en Beirut, la capital de Líbano, donde más de 500 personas han sido asesinadas y 1,800 resultaron heridas, según autoridades libanesas. En medio de estos ataques, Israel ha dirigido ofensivas contra edificios civiles y ambulancias en Beirut, mientras busca eliminar a líderes de Hezbolá. Los ataques han provocado la muerte de 45 refugiados sirios en los últimos días, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
El Ejército israelí ha intensificado su ofensiva en Líbano tras varios ataques de Hezbolá en solidaridad con las milicias palestinas en Gaza. A pesar de la destrucción y las víctimas civiles, Israel afirma que su objetivo es degradar la capacidad militar de Hezbolá, a quienes acusan de esconder armamento en zonas residenciales. Esta táctica es similar a la empleada en Gaza contra Hamás, lo que ha aumentado las tensiones en la región.
Desde octubre de 2023, Israel ha bombardeado Beirut cinco veces, dejando una estela de destrucción que afecta principalmente a la población civil. Los ataques del pasado martes incluyeron la zona de Ghobeiry, un bastión de Hezbolá, y aunque Israel afirmó que fue un “ataque selectivo”, la destrucción generalizada ha sembrado el terror entre los habitantes de la capital libanesa.
El conflicto ha tomado un giro más mortal con la muerte de importantes líderes de Hezbolá y Hamás. En los últimos meses, Israel ha asesinado a figuras clave como Saleh al Arouri, Fuad Shukr, e Ibrahim Akil, aunque fallaron en su intento de matar a Ali Karaki, comandante de Hezbolá, en su último ataque.
