Desde el 9 de octubre de 2024, el gobierno ecuatoriano ha implementado apagones programados de hasta 10 horas diarias, una medida extrema para evitar un colapso en el sistema eléctrico del país. Esta decisión fue anunciada por el ministro de Energía, Antonio Goncalves, quien explicó que los niveles críticos en el embalse de Mazar, una de las principales fuentes de agua para las hidroeléctricas, son la causa principal de esta crisis energética. La situación se ha visto agravada por la sequía prolongada, afectando a más del 70% de la generación eléctrica nacional, que depende de fuentes hidroeléctricas.
Los cortes de luz afectarán a la mayoría del país, con algunas excepciones para sectores industriales clave que operarán bajo horarios diferenciados para minimizar el impacto en la producción. Sin embargo, el sector empresarial ha expresado su preocupación, alertando que estos apagones podrían desencadenar desempleo y escasez de productos básicos. Según el Comité Empresarial Ecuatoriano, paralizar las actividades industriales durante 10 horas al día podría tener graves repercusiones económicas.
La medida también ha sido criticada por su posible impacto en la vida cotidiana de los ciudadanos, quienes deberán adaptarse a cortes de energía prolongados en diferentes franjas horarias. A pesar de que se han intentado varias soluciones, como la importación de electricidad desde Colombia, estas no han sido suficientes para estabilizar el suministro eléctrico.