La Revista

Tempus rarus

Bernardo Graue Toussaint
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Estamos en un “tiempo raro”, por decir lo

menos. Rarísimo.

Cargamos la sensación de estar viviendo una película de ciencia ficción y resulta que no…que la estamos viviendo en tiempo real. Como se decía antaño: “en vivo y a todo color”.

Estamos en una más de esas escasas ocasiones de la historia en la que se puede hablar de sucesos con “afectación global indiscriminada”, es decir, que ninguna nación se verá librada de las secuelas del hecho.

Nadie se habría imaginado que un virus asiático iba a poner en jaque a los sistemas de salud del mundo, poniendo en riesgo a millones de seres humanos en proporciones aún inciertas.

Tampoco nadie se hubiera imaginado que esos efectos sanitarios iban a poner de cabeza a la economía global, con pérdidas incalculables y efectos que aún no se han podido cuantificar para el corto, mediano y largo plazos. Se suma a ello una crisis severa en el mercado petrolero para completar el peligroso panorama en materia económica.

Es claro que tanto el virus y sus secuelas y los efectos dramáticos de éste en la economía global puede producir mucha confusión en la toma de decisiones de los gobernantes. Hoy, más que nunca, los líderes de las naciones están obligados a buscar atender las secuelas mundiales, no las globales. Me explico.

La diferencia entre “Globo” y “Mundo” la explicó Carlos Castillo Peraza (QEPD) en un magnífico ensayo sobre el tema de la globalización, de la que recupero algunos extractos:

(Cito) “Es evidente que “globalización” viene de “globo”. A su vez, “globo” nos llegó del latín globus, para nada inglés, término equivalente en español a “bola”, “esfera”, “canica”. Los matemáticos, los geómetras, los navegantes de antaño encaminaron sus esfuerzos y afanes a demostrar que la Tierra era un globo, una esfera. En cuanto sus cálculos y sus viajes probaron que lo era, construyeron “globos terráqueos” a escala y sobre ellos fueron pintando mapas, rutas, meridianos y husos horarios. Joan Coraminas nos informa de esos orígenes y significados, y añade que “globo” comenzó a utilizarse a mediados del siglo XV. El mismo autor nos hace saber que “mundo” es palabra hija de mundus, aparecida en nuestra lengua en el siglo XII, mucho antes que “globo”, y que sirvió para referirse al sitio habitado por seres humanos, tanto en su versión sustantiva cuanto en las muy variadas y adjetivadas como “el otro mundo”, “el inframundo” o “el supramundo”. Es así que se comprende que los hombres que salieron de Europa con el propósito de probar que el planeta era un “globo”, desde el momento en que hallaron seres humanos en las primeras islas con que se tropezaron, llamaran a su descubrimiento “nuevo mundo” y no “nuevo globo”. Y así se entiende también que hubiese nacido la expresión “tercer mundo” para referirse a una parte del globo habitada por seres humanos pobres, y no la frase “tercer globo”. Del mismo modo, no hay teólogo ni predicador que nos hable de los que se van o están en “el otro globo”, sino en “el otro mundo”. El “mundo” es, en consecuencia, el “globo” cuando éste es pensado y tratado como lugar de lo humano, como realidad humanizada, como domicilio o demora de los hombres. El globo fue desde aquellos siglos y hasta ahora lo físico, lo científico, lo geométrico, lo continuo, lo mismo. El mundo es lo humano, lo nuevo, los otros como yo, lo otro: las otras lenguas humanas, los otros vestidos humanos, los otros dioses de los otros hombres, las otras costumbres de las otras personas, las otras historias y las otras culturas de los otros, mis o nuestros semejantes. La “globalización” no empezó recientemente, pero sus características actuales son totalmente inéditas. En efecto, la añosa Fenicia; la antigua Atenas de Pericles; la Roma de los césares; el Madrid o la Sevilla de las carabelas; el Londres de los piratas y la de la reina Victoria, fueron otras tantas capitales desde las que se impulsó la “globalización”. Pero es evidente que no es lo mismo “globalizar” a caballo que en Concorde; en carreta que en trailer; en bergantín que en container ship; con palomas mensajeras que con e-mail; en diligencias de las Wells Fargo que vía satélite; con remesas de lingotes de oro que con transferencias instantáneas electrónicas; con aduanas y fronteras que sin confines ni garitas. Aún más: las herramientas de la “globalización” en curso lo mismo sirven para mover manzanas que cocaína; para trasladar dinero limpio que para lavar moneda sucia; para comerciar prendas de vestir que para traficar con armas; para difundir saberes sanos que para divulgar métodos terroristas o pornografía; para predicar la paz que para invitar a la guerra; para construir la aldea global que para edificar la Babel electrónica. Wall Street es un poder financiero “global”; la Ford es un poder industrial y comercial “global” y la mafia rusa o colombiana son poderes delictivos “globales” que se saltan fronteras, en tanto que Washington es la única potencia política “global” que, precisamente por ser política, no puede actuar como si los hombres, las culturas, las fronteras y las realidades nacionales no existieran. Es, en síntesis, que ya hay “globo”, pero todavía no hay “mundo”. Esto se debe a que la política, la ley, el Derecho van muchos pasos atrás de la economía y la ciencia y las aplicaciones de ésta, muchas veces impotentes para hacer razonable, es decir, humana, justa y buena la racionalidad técnica y económica de la “globalización”.(Fin de la cita)

Después de leer a Castillo Peraza, creo que la severa crisis sanitaria internacional que estamos viviendo y los muy graves efectos económicos vigentes constituyen un paradigma que los seres humanos de este tiempo deberemos de atender con seriedad y serenidad. Van a existir graves secuelas globales que van a perjudicar a millones de personas, QUE NO QUEDE DUDA.

Es claro que las cosas no pueden ni deberán seguir igual. Los gobiernos y las sociedades estaremos obligados a tomar decisiones MUNDIALES, es decir, CENTRADAS EN ATENDER LOS GRAVES EFECTOS DE ESTAS CRISIS EN LOS SERES HUMANOS. Estaremos obligados a defender “lo mundial”, es decir, lo que implica, beneficia o perjudica a los seres humanos, los nacionales y los de otras naciones.

Concluía Castillo Peraza en su ensayo: “hay y debe haber “globo” si y sólo si exista el “mundo”.

Vivimos un tiempo raro…mucho tenemos que hacer.

graue.cap@gmail.com

Bernardo Graue Toussaint
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