A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, la relación entre la religión y el voto continúa siendo un tema central en la contienda entre el expresidente Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris. Si bien la religión ha tenido un rol decisivo en elecciones pasadas, en esta ocasión, los candidatos han mantenido un perfil más bajo respecto a su fe. En el debate televisado de septiembre, ni Trump ni Harris mencionaron la palabra “Dios” siquiera una vez, lo que marca una diferencia notable en comparación con figuras como George W. Bush y Joe Biden, quienes destacaron abiertamente sus creencias religiosas en anteriores campañas.
La secularización de la sociedad estadounidense ha influido en cómo los candidatos abordan el tema religioso. Según una encuesta reciente de AP-NORC, el 64% de los adultos no consideran a Trump como un líder particularmente religioso, mientras que el 53% opina lo mismo de Harris. Sin embargo, estas percepciones no necesariamente afectan el apoyo de ciertos grupos. En particular, Trump cuenta con el respaldo inquebrantable de los protestantes evangélicos blancos, quienes ven en él un defensor de temas clave como el rechazo al aborto.
Por otro lado, Harris, quien practica el bautismo y mantiene un matrimonio interreligioso, ha ganado el apoyo de comunidades de fe minoritarias, incluyendo protestantes afroamericanos y católicos latinos. Según el Pew Research Center, estos grupos tienden a respaldar a los candidatos demócratas debido a factores que van más allá de la religión, como la diversidad cultural y la protección de derechos civiles.
Eric L. McDaniel, académico de la Universidad de Austin, comenta que el nacionalismo cristiano ha ganado fuerza en ciertos sectores, principalmente entre los seguidores de Trump, quienes consideran que los valores cristianos tradicionales están bajo asedio en un país cada vez más diverso. “La izquierda impía me ataca por decir que soy una orgullosa nacionalista cristiana”, expresó recientemente la congresista republicana Marjorie Taylor Greene, destacando cómo algunos políticos han abrazado esta ideología para consolidar su base de votantes.
En conclusión, aunque la religión sigue siendo un tema importante, en las elecciones de 2024 parece pesar menos el credo personal de los candidatos y más la manera en que estos representan los valores de sus bases. La tendencia de Estados Unidos hacia una sociedad secular se refleja en una campaña donde los candidatos apelan más a sus posturas políticas que a sus creencias religiosas, adaptándose a un electorado que, en gran medida, prioriza otros factores.