El 1 de noviembre, el mundo católico conmemora el Día de Todos los Santos, una festividad dedicada a honrar a los santos, tanto aquellos canonizados como a los que se les atribuye una santidad desconocida. Establecida oficialmente en el año 837 por el papa Gregorio IV, esta celebración tiene raíces profundas en la historia religiosa, remontándose a cuando el papa Bonifacio IV consagró el Panteón de Roma a la Virgen María y a todos los mártires el 13 de mayo del año 609.
Originalmente celebrado en mayo, el Día de Todos los Santos fue trasladado al 1 de noviembre por el papa Gregorio III, quien en el siglo VIII consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en Roma en honor a todos los santos. La fecha se estableció oficialmente como una fiesta universal para la Iglesia Católica en el siglo IX, extendiéndose progresivamente a otras denominaciones cristianas tras la Reforma Protestante.
El Día de Todos los Santos tiene un profundo simbolismo para los fieles católicos, quienes consideran esta fecha como un Día Santo de Obligación. Esto implica que los practicantes deben asistir a misa, a menos que exista una razón justificada para no hacerlo.
Sin embargo, este requisito puede variar en países como Estados Unidos, donde la misa no es obligatoria si la fecha cae en lunes o sábado.
La festividad también se observa de distintas maneras en el mundo. En Filipinas, conocida como “Undas”, se trata de una celebración en la que se honra no solo a los santos, sino también a los seres queridos fallecidos, mediante ofrendas y visitas a cementerios. En Europa, países como Francia y Alemania declaran el 1 de noviembre como día festivo, permitiendo a los ciudadanos honrar a sus difuntos y a los santos en un ambiente solemne.
En México, aunque el Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) son celebraciones distintas, se les vincula en el contexto de la festividad popular del Día de Muertos, una de las tradiciones más icónicas de la cultura mexicana.
El Día de Todos los Santos no solo destaca a los santos conocidos, sino que también recuerda a aquellos cuya santidad es anónima. En palabras de la Enciclopedia Británica, esta festividad reconoce a “aquellos cuya santidad solo conoce Dios”, extendiendo su alcance a todas las personas que vivieron vidas virtuosas, aun sin ser canonizadas.