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Diluvio

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

Decía la abuela que uno veía el diluvio y no se hincaba, cuando las cosas estaban por empeorar y no se tomaban las cosas en serio. Vaya que la pandemia de Covid19 nos ha servido para confirmar y ratificar lo que muchos no habían visto de su presidente.

Sigan saliendo, vayan a comer, convivan, abrácense que yo les diré cuando ya no, decía López Obrador en un vídeo sentado en una fonda ahí en Oaxaca.

Por desgracia, el presidente no parece entender nada ni de economía, ni de ciencia, ni de tecnología. Él sólo sabe de política y poder y me imagino que piensa, cree, que las decisiones que él tome todas deben ser aceptadas por todos sin chistar, para eso ganó con 30 millones de votos… Pero no: El presidente se equivoca y no lo asimila.

Le es muy difícil ver que hay quienes no pensamos como él, que no compartimos sus proyectos, que no vemos con buenos ojos esos golpes de mesa en los que pretenden demostrar su poder sobre los empresarios, esos sí, de todos lados.

Cancelar el aeropuerto de Texcoco todavía nos sigue costando, seguimos pagando no sólo a los tenedores de bonos sino también lo que provocó en el mercado interno la decisión y el desprestigio que la acompañó en el mundo. El aeropuerto era una inversión ya fondeada, garantizada que se pagaba sola, pero detallarle cómo se hizo esa ingeniería financiera es imposible porque de eso no sabe, no entiende.

Lo que él si entiende es de amedrentar, de usar al pueblo bueno para mandar mensaje de bulling a quienes no se le cuadren, a los que no se le sumen y no “lo respeten”. López tiene necesidad de que se le reconozca su poder y eso pareciera precisamente porque él no está convencido de tenerlo y debe, a toda costa, demostrarlo para lo respeten y se doblen ante él.

Lástima. Al presidente nadie le dijo que el respeto se gana respetando, que la palabra tiene valor cuando se cumple y que uno entra a un juego conociendo las reglas no para criticarlas o ignorarlas cuando no se resulta victorioso. Eso no es ser demócrata.

A Andrés López lo veo como la manifestación más clara de cómo somos los mexicanos en nuestra peor expresión: impositivos, machistas, ignorantes, prepotentes, soberbios y engreídos. Perdón, pero lo peor de todos.

Dice un cartel que leí en internet: “en las pasadas elecciones no ganó López Obrador, ganó el resentimiento, la envidia, el fracaso, la decepción, el odio, el oportunismo. Y cómo eso ganó, pues eso gobierna”. Los hechos acreditan que el cartel describe lo que vemos todos los días como acciones de gobierno y como dichos oficiales.

En estos días, hemos visto un presidente indolente que incluso contradice en sus actos las recomendaciones de su propio gobierno.

La fase dos se vio obligado a declararla porque una noche antes la Organización Mundial de la Salud indicó que México ya estaba en esa fase de contagio.

La realidad es que México entró tarde al control del virus y cada gobierno local ha tenido que hacer lo propio ante la falta de conducción de quien se supone debiera delinear las acciones en épocas de crisis.

El presidente no entiende que proteger a la planta laboral es proteger el empleo de miles de mexicanos y se niega no sólo a dar créditos y beneficios fiscales sino que, por el contrario, asegura que no habrá rescates porque los ricos han hecho públicas sus deudas privadas. La realidad es que los empresarios no le están pidiendo dinero sino que anuncie medidas para que haya retrasos en los temas fiscales y opciones que faciliten la recuperación paulatina durante y luego de la pandemia.

En Yucatán, el gobernador Vila ha estado a la altura de las circunstancias. Su labor de contención ha sido no sólo bienvenida sino que oportuna y muy por delante de las propuestas del gobierno federal.

Lo mismo ha pasado en Jalisco y en buena parte de los estados del norte del país que se han anticipado a los anuncios del gobierno federal.

La crisis que se avecina en estas próximas semanas definirá si se hizo lo correcto o no, pero lo que no se definirá es la percepción que ha quedado en la gente que ha sido más activa que el gobierno que eligieron el año pasado.

La aprobación presidencial va en picada y el presidente sigue manteniendo sus posiciones igual que en tiempos normales y ahora sólo recrudece sus argumentos contra quienes no están a favor de sus estrategias.

Mal y de malas el país con la pandemia, mal y de malas los ciudadanos que no tienen un gobierno que los aliente y que les haga ver que ahí está para todos. El tiempo pondrá a cada quien en su lugar. Lo veremos.

José Francisco Lopez Vargas
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