La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha generado incertidumbre sobre el futuro del apoyo militar estadounidense a Ucrania, en su conflicto contra Rusia. Durante su campaña, Trump ha mantenido una postura ambigua respecto a Ucrania, sugiriendo que buscaría una solución negociada que podría reducir la asistencia militar de Estados Unidos. Esto ha despertado preocupación tanto en Ucrania como en sus aliados europeos.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, manifestó inquietud luego de reunirse con Trump en Nueva York en septiembre. Según analistas, “Zelensky regresó a Kiev con más preguntas que respuestas sobre el futuro cercano” del apoyo estadounidense, una situación que complica las aspiraciones de Ucrania en un momento crucial.
Asimismo, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, conocido por su cercanía a Rusia, ha expresado su respaldo a Trump, asegurando que una administración “propaz” en Washington podría obligar a Europa a reconsiderar su compromiso militar con Ucrania.
La postura de Trump contrasta con la de su rival demócrata, la actual vicepresidenta Kamala Harris, quien ha reafirmado su compromiso de apoyo a Ucrania y cuestionado cualquier plan que implique concesiones territoriales. “Aquellos que proponen que Ucrania renuncie a grandes porciones de su territorio están siguiendo una política de rendición”, afirmó Harris en un discurso.
Ante un posible cambio en la política estadounidense, la Unión Europea observa con cautela el desarrollo de los acontecimientos. Para Ucrania, cualquier reducción en la ayuda significaría una nueva prueba en su resistencia frente a la ofensiva rusa.