La erupción del monte Vesubio en el año 79 d. C. devastó Pompeya, cubriendo la ciudad con cenizas y roca volcánica, y preservando los cuerpos de sus habitantes en una especie de “cápsula del tiempo”. Durante siglos, se asumió que algunos de estos cuerpos pertenecían a familiares, pero un estudio reciente ha revelado que muchas de estas suposiciones eran erróneas.
Los investigadores lograron secuenciar ADN de fragmentos óseos hallados en los moldes de yeso hechos en el siglo XIX, gracias a un innovador método creado por el arqueólogo Giuseppe Fiorelli en 1863 para preservar las formas de las víctimas. Según el estudio publicado en Current Biology, estos análisis han desafiado conceptos tradicionales sobre las relaciones familiares y la demografía en Pompeya.
“Los datos científicos que proporcionamos no siempre se alinean con las suposiciones comunes”, afirmó David Reich, coautor del estudio y profesor en la Universidad de Harvard. “Estos hallazgos desafían las suposiciones tradicionales de género y familiares”.
Uno de los descubrimientos más relevantes fue en la Casa del Brazalete de Oro, donde yacían los restos de un adulto con un niño a horcajadas. Tradicionalmente, se pensaba que se trataba de una madre con su hijo. Sin embargo, el análisis genético reveló que el adulto era un hombre no relacionado con el niño. Steven Tuck, profesor de Historia en la Universidad de Miami, explicó que “esperamos que una mujer sea reconfortante y maternal, tanto que asumimos que una figura reconfortante es una mujer y madre, lo cual aquí no es el caso”.
En otro caso, se hallaron dos cuerpos en la Casa del Criptopórtico en una posición de aparente abrazo, lo que llevó a suponer que se trataba de hermanas o amantes. El análisis de ADN indicó que uno de ellos era masculino, derribando nuevamente las suposiciones previas.
El estudio también destacó la diversidad de la población en Pompeya. Alissa Mittnik, líder en el Instituto Max Planck de Alemania, señaló que muchos habitantes de la ciudad tenían ascendencia del Mediterráneo oriental. La ciudad, ubicada en una región con conexiones comerciales e históricas de larga data, reflejaba la movilidad del Imperio romano.
La composición de los cuerpos hallados no solo recuerda la práctica común romana de la esclavitud y manumisión de extranjeros, sino que también redefine el concepto de “familia” en la antigua Roma, según el profesor Tuck. Michael Anderson, de la Universidad Estatal de San Francisco, añadió: “Este estudio ayuda a derribar la ‘propiedad’ europea del llamado ‘mundo clásico’ y muestra que muchas de esas ideas reflejan una construcción moderna, no la realidad antigua”.
Este análisis genético, que permite vislumbrar la diversidad de Pompeya hace casi 2,000 años, ofrece a los científicos y al público una imagen renovada de la ciudad romana. Como señaló el coautor del estudio, David Caramelli, el proyecto es como una “foto genética” de Pompeya, en un esfuerzo por desentrañar la complejidad demográfica de sus habitantes y replantear nuestras concepciones sobre el pasado romano.
El avance en la investigación genética no solo redefine las relaciones humanas de los antiguos pompeyenses, sino que también destaca la rica y cosmopolita realidad de una ciudad clave en el Imperio romano.