Por Marco Antonio Cortez Navarrete
Todas y todos sabemos —por muy letrados o ignorantes que seamos— que los conflictos regionales y las luchas de poder, en particular entre potencias como Estados Unidos, China y Rusia, plantean riesgos que amenazan con exterminar a culturas completas y desaparecer países enteros de la faz de la tierra.
Hoy mismo el ejército ruso combate por todos los medios a las fuerzas ucranianas, algo así como David contra Goliat, tan es así que decenas o tal vez centenares o miles de ex combatientes de varias nacionalidades ya se sumaron a la causa de Ucrania aunque, debemos reconocer, la enorme superioridad bélica que comanda Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa.
Este enfrentamiento supuestamente por territorios, prendió los focos rojos entre las naciones integrantes de la Unión Europea (UE) especialmente países colindantes con Rusia, es
decir, Polonia y Finlandia.
Otro frente es Israel-Palestina, ya con muchos meses de actividad y con una inagotable estela de muertos por ambos bandos; tan grave es este conflicto que las balas y los obuses detonan ya también al sur del suelo libanés así como Yemen y hasta Irán, este acusado de financiar a los grupos extremistas que a toda costa quieren expulsar a los hebreos de tierra Santa.
Muy bien y dicho lo anterior, que sirva de preámbulo, detrás de estos conflictos bélicos está y sigue estando Estados Unidos, en el primer caso, dando millones y millones de dólares —a través de la OTAN y/o de manera directa— a la causa ucraniana que preside Volodímir Zelensky, en clara afrenta al “Oso” Putin, presidente ruso de 2000 a 2008 y de 2012 a la fecha.
En el caso de Israel contra Palestina el caos surgió producto de la masacre en el festival de música de Reim el 7 de octubre de 2023 que desató la furia hebrea y de manera específica del primer ministro Benjamín Netanyahu. Furia que ya causó miles de muertes entre la milicia y población palestina y que propició que otros grupos —por ejemplo del sur de Líbano— tomaran partido a favor de los árabes seguidos por los yemenitas y de los iraníes, a quienes —reitero— se les acusa de financiar a los grupos palestinos.
Todo esto. Todo. Ya hartó al pueblo estadunidense y a sus ejércitos, integrados en su inmensa mayoría por latinos de centro y Sudamerica. Ante este panorama y la muy compleja relación con México, los electores del vecino país del norte decidieron que Donald Trump regrese al poder y expresaré porqué y para qué.
En el caso de las guerras debemos recordar que en la primera gestión del excéntrico neoyorkino, Trump, hizo lo que ningún presidente de la Unión Americana había realizado desde que Jimmy Carter dejó la Casa Blanca el 20 de enero de 1980.
Trump no empezó ninguna guerra. Todos sus predecesores desde entonces —los republicanos Ronald Reagan, George Bush padre e hijo, y los demócratas Bill Clinton,
Barack Obama y Joe Biden iniciaron algún tipo de conflicto armado contra un tercer país.
Trump ha dicho que llega al país para acabar con las guerras y para acabar también con una ola de migración desenfrenada que desequilibró ya a la sociedad estadounidense, pese a ser multirracial. El presidente electo ya acusó una y otra vez que la frontera con México es la principal puerta de entrada para miles de personas de todo el continente que huyen de sus países sobre todo por hambre. Ante esto a Trump no le tiembla la mano para presionar lo necesario al gobierno de Claudia Sheinbaum que aún recurriendo a la independencia y soberanía de México, sabe muy bien que si a EEUU le da un leve catarro a nuestro país le da una mortal pulmonía.
Contrario al gobierno mexicano que alaba a la izquierda cubana y venezolana, especialmente, para el gobierno norteamericano —que asumirá el poder el 20 de enero— las prioridades esenciales son la inmigración, el aborto, la política social y fiscal y las protestas raciales de los últimos meses, asimismo,
el abanderar posturas ultraconservadoras, pero, pero, pero…en políticas bélicas parece ir en contra.
A veces uno podría atribuir las palabras de Donald Trump a un santo patrón de la izquierda como Noam Chomsky, autor de “Los guardianes de la libertad”,
sin que nadie note la diferencia. “No estoy diciendo que el sector militar esté enamorado de mí”, afirmó el presidente en reciente conferencia. “Los soldados lo están, pero los jefes del Pentágono probablemente no porque lo único que quieren hacer es combatir en guerras para que todas esas maravillosas compañías que hacen bombas y aviones y todo lo demás estén contentas”.
Pese a la nueva presencia de Trump en la Casa Blanca hay expertos que sugieren que una guerra global no es inevitable en el futuro cercano, tal vez en los próximos 5 a 10 años . Y ante esto basta recordar que en la segunda guerra mundial murieron 40 millones de civiles y 20 millones de soldados.
El país que sufrió la mayor pérdida de vidas en la Segunda Guerra Mundial fue la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) con 26 millones de personas, incluyendo personal militar como civiles.
Alemania tuvo 2 millones 49 mil 872 bajas y un millón 902 mil 872 desaparecidos; China un millón 324 mil 526 bajas y 115 mil 248 desaparecidos. Asimismo, recordar también que los soviéticos llegaron primero a Berlín porque la querían y estaban dispuestos a hacer casi cualquier cosa para conseguirla como trofeo. El ejército soviético llegó al río Oder el 31 de enero de 1945, a sólo 53 kilómetros de Berlín.
Finalmente y cerca de 80 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, aún viven unos 245 mil sobrevivientes del Holocausto, en más de 90 países, según un nuevo estudio demográfico publicado en enero pasado.
En resumen la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto bélico más importante del siglo XX. Entre 1939 y 1945, Europa vivió el enfrentamiento de dos grandes alianzas: las potencias del Eje, con Alemania, Italia y Japón como principales protagonistas, y los Aliados, con Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rusia, entre otros.
Hasta la próxima
Les mando un fuerte abrazo y que sean muy felices…para eso venimos al mundo