El Salto de Juanacatlán, una de las cascadas más emblemáticas del estado de Jalisco, es un triste reflejo de la contaminación que afecta al río Santiago y sus afluentes. La espuma blanca que cubre las aguas al caer por las rocas es un recordatorio visible de la contaminación industrial y municipal que ha invadido el ecosistema de la región. Raúl Muñoz Delgadillo, presidente del Comité Ciudadano de Defensa Ambiental de El Salto, ha sido un incansable defensor de la limpieza de este río, señalando que este fenómeno no solo degrada el paisaje, sino que afecta gravemente la salud de las comunidades cercanas.
El origen de esta grave contaminación se encuentra en el arroyo El Ahogado, que nace de las descargas de la Presa El Ahogado. Este arroyo se ha convertido en un canal de desagüe para las aguas residuales industriales y municipales de la cuenca, creando una mezcla tóxica. A lo largo de su recorrido de 9.1 kilómetros, el arroyo se alimenta de sustancias químicas peligrosas que terminan en el río Santiago, lo que explica la espuma visible en el Salto de Juanacatlán.
Muñoz describe la escena en la cascada como “deprimente”: la capa de espuma, que puede alcanzar hasta un metro y medio de espesor, cubre las aguas del río y se extiende hasta las casas situadas a orillas del cauce. Este panorama se presenta como una clara evidencia de la inacción frente a la creciente contaminación.
El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), en un estudio realizado en 2011, identificó más de mil 90 sustancias químicas en las aguas del río Santiago. El estudio concluyó que las descargas industriales son las principales responsables de esta polución, superando en cantidad y peligrosidad a las descargas municipales. De hecho, el 87 al 94% de las industrias incumplen con las normativas ambientales, lo que ha contribuido a un deterioro acelerado del ecosistema acuático.
A pesar de las inversiones por parte del gobierno de Enrique Alfaro, que destinó 4,600 millones de pesos para la recuperación del río Santiago, los avances han sido limitados. Para Raúl Muñoz, este esfuerzo ha sido insuficiente y no ha logrado abordar la raíz del problema: las descargas industriales y la falta de un control efectivo sobre las sustancias químicas vertidas en los ríos.
El río Santiago no es el único afectado por la contaminación en México. Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el 70% de los ríos en el país están contaminados. A nivel nacional, las industrias lideran las descargas de aguas residuales, con 44 millones de metros cúbicos por día autorizados, lo que coloca una presión enorme sobre los ecosistemas acuáticos y las poblaciones cercanas.
Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum ha incluido en sus promesas de gobierno el rescate de ríos como el Lerma-Santiago, Tula y Atoyac, los expertos insisten en que se debe poner especial atención en el origen de la contaminación: las descargas industriales. Sin una regulación más estricta sobre las sustancias tóxicas vertidas en los cuerpos de agua, los esfuerzos para restaurar los ríos serán en vano, advierten.
El caso del Salto de Juanacatlán es solo un ejemplo más de cómo la falta de control y la inacción frente a la contaminación están afectando a las comunidades y al medio ambiente. La espuma en la cascada es solo una de las señales de un problema mucho más profundo, y la lucha de los activistas como Raúl Muñoz continúa siendo crucial para exigir justicia y restauración ambiental.