Por: Cristina Padín.
Eran compañeras y amigas. Como lo son en la infancia las niñas que comparten trenzas y columpio, como lo son las adolescentes que besan y sueñan, como lo son las amigas en lo bueno y en lo malo. Eran dos, como dos son Don Quijote y Sancho (fiel escudero para noble caballero), como dos son el sol y la luna (y se llevan tan bien..), como dos son el oro y la plata, la sombra y el sol, el sí y el no..
Pensaban! Porque hay que pensar, siempre!
Eran la Verdad y la Honradez. En aquellos instantes caminan juntas por un sendero embellecido por la primavera de mayo. Iban a un campo, a honrar al toreo (patrimonio cultural y joya de España) y a participar en un homenaje a la memoria de Joselito el Gallo. Eran la serenidad y el temple, el ole y la oración, el arte y el alma. Quisieron enredarlas la Falsedad y la Mentira, pero ellas no hicieron caso. Iban a la arena..
Defendían todo lo que hay que defender: lo nuestro, lo que de verdad importa, la sinceridad, la lealtad. El color de lo que es y el aroma de lo que está. Sabían que, el que no es así, poco es.. nada es..
Eran la Verdad y la Honradez. Como así lo son también las manos de la Esperanza Macarena, un libro tan bueno como La casa de Bernarda Alba, una guitarra española que suena, un corazón aficionado que late..
Dedicado a todos aquellos que actúan con verdad y honradez, los que no lo hacen asquean
Al toreo y a la afición
A mi amigo José María
A mi amigo José Vázquez
A Luis
A la memoria de Joselito el Gallo
A mi amiga María