La Revista

El milagro de los 50 pesos

Manuel Triay Peniche
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Una lectura bíblica nos habla de la viuda pobre que acudió al templo y depositó en una alcancía dos monedas, las de menor valor. Jesucristo que miraba cómo otras personas donaban fuertes sumas, comentó: les digo que ella ha dado más que todos.
Nada tengo contra las grandes sumas recibidas para llevar comida a las familias más vulnerables del Sur del Estado, objetivo del Proyecto Contagiate; al contrario, sin esa generosidad no hubiera sido posible alcanzar y superar por mucho la meta trazada.
Mas no puedo dejar de enternecerme al mirar la lista bancaria de donantes y encontrar un apoyo de 50 pesos. Probablemente provino de alguien que se haya quitado comida de la boca para ayudar a otros, tal vez con sus mismas necesidades.
En más de cinco décadas de vida profesional he sido testigo de la generosidad y la empatía de los yucatecos, nunca he tenido duda del sentido de comunidad que es nuestro denominador, pero hasta hoy entiendo a la Madre Teresa de Calcuta: dar hasta que duela.
Concluimos hoy un Proyecto que nació al azahar, empujado por la contingencia sanitaria y activado por un grupo de amigos a quienes sólo movía la necesidad de actuar: ayudar a campesinos necesitados de desplazar sus cosechas, y llevar esa cosecha a quienes carecían de ellas para su subsistencia.
Sin más recursos que la voluntad, comenzó un andar vertiginoso. Teníamos que contagiarnos y contagiar al ritmo de la pandemia, el hambre estaba al acecho y nos echamos al hombro una tarea gigante. Llevar comida por un mes a cien familias.
Como los peces y los panes, el maíz y el frijol se fueron multiplicando con asombrosa rapidez y la meta pasó de 100 a 300, después a 600 y acabó con la cifra récord de las 900 familias que un censo previo nos marcó como las más urgidas de apoyo.
Como el letal virus que hoy flagela al mundo y surge donde menos se espera, decenas y decenas de gente altruista comenzó a unirse al Proyecto Contagiate y cada quién aportaba lo que tenía a su alcance: su tiempo, su trabajo, sus conocimientos, su hacienda.
Y el milagro se hizo. Pienso que más ganaron quienes dieron que quienes recibieron. La vida nos ha enseñado el verdadero sentido de la remuneración y creo firmemente que quienes hicieron posible este Proyecto, desde los 50 pesos hasta cualquiera de las trincheras, recibirán una recompensa.
En esta labor no hay nombres, hay sentimientos y entrega, hay gratitud y reconocimiento. El Proyecto Contagiate fue una gota en un desierto de necedades y esperamos no sólo se convierta en oasis sino en semilla que germine en el campo de la desigualdad para hacer de nuestras vidas una lucha constante por la justicia y la equidad.

Manuel Triay Peniche
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