Diario de Yucatán (1)
Por Manuel Triay Peniche
Desde su fundación, el 31 de mayo de 1925, Diario de Yucatán fue referente en la Penínula y su influencia en los entornos social, político y económico es innegable por lo cual su primer centenario no debe pasar inadvertido. No tengo duda en afirmar que, sin ese periodismo de vanguardia y oposición, por el que diera la vida su fundador, don Carlos R. Menéndez y González, nuestro Estado sería diferente.
El Diario fue heredero de los primeros dos amores de D. Carlos R: La Revistas de Mérida y la Revista de Yucatán y, contrario a los conocimientos de la inmensa mayoría, el periódico nació vespertino, un domingo de aquellas calurosas tardes de mayo. Sin embargo, semanas después, en junio, comenzó a imprimirse de madrugada, como hasta el día de hoy.
Aquel “advenimiento” fue de manteles largos. Los caballeros, como era común en la época, vistieron sus mejores galas, con flus y corbata, y bautizaron la primera rotativa con champan y bocadillos. ¿Las mujeres? Bien, gracias, ellas no fueron convidadas, ni a la inauguración ni a conocer las instalaciones del periódico, cuyas puertas les fueron cerradas prácticamente. Como diría Díaz Mirón: tú, como paloma para el nido; yo, como león para el combate.
Don Carlos R. fue toda su vida un hombre de lucha por la verdad y la justicia, llevaba tallados en el alma sus principios y valores, y jamás claudicó por cruenta que fuera la batalla: sufrió cárcel y destierro, le cerraron e incendiaron su periódico siete veces, pero continuó en la misma palestra con la cara en alto como se plantan los varones: Ni el martirio, ni las amenazas, ni el dinero hicieron mella en él.
Cabe recordar, en el primero de esta serie de artículos que pretendemos como homenaje y en agradecimiento a sus enseñanzas, el editorial del primer número del Diario hace 100 años: “Nuestro lema invariable será el encerrado en estas siete palabras: respeto y protección para todos los derechos. Y esta nuestra perenne aspiración de hombres libres y civilizados: Justicia y libertad para todos los hombres”.
Diario de Yucatán fue, a lo largo de su vida, un muro de contención para el gobierno, siguió la línea marcada con aquellas siente palabras de su primer editorial, su objetivo era informar y orientar siempre con verdad y sin mayor compromiso que con sus lectores, al grado que el pueblo yucateco brilló por su civismo, de la mano de aquel rotativo, hoy centenario.
El mundo ha cambiado, su movimiento no cesa, y su avance tecnológico le ha pasado factura a los medios tradicionales de comunicación que hoy luchan por su subsistencia y, en su gran mayoría, han declinado para salvar su permanencia, aunque su esencia y su responsabilidad tengan que pasar a segundo plano.
Intentaremos, en próximas entregas, recopilar los cien años de vida del Diario y seguir la línea del tiempo que, en muchos tramos está marcada por la erosión, consecuencia, repetimos, de la evolución de la comunicación, y también, de la ausencia de principios y de empeño para hacer un periodismo más humano que atienda los principios y valores, y sea de utilidad para el gobierno y sus gobernados.


