Editorial La Revista Peninsular
Don Raúl Casares G. Cantón fue uno de los liderazgos
más importantes de Yucatán en las últimas décadas, siendo factor imprescindible
para el desarrollo político, económico, y social del Estado gracias a la
profunda inteligencia y gran diplomacia que lo caracterizaba. Pocos yucatecos
se han enamorado de ésta tierra como lo hizo él, y muchos menos le han dado
tanto como él lo hizo.
Don Raúl Casares fue un empresario excepcional desde
temprana edad, lo que le permitió presidir la Cámara Nacional de Comercio de
Mérida en 1971 cuando tenía solo treinta y un años, convirtiéndose en el
presidente más joven de la historia de la cámara. A lo largo de su vida
encabezó proyectos empresariales en distintas industrias como la maderera, la
de distribución alimentaria, y la turística, consolidando importantes marcas
como Kekén, y conocidos negocios cómo el Hotel Misión Mérida del Parque.
Las aportaciones que Don Raúl hizo a la promoción de la
cultura en el Estado sin duda serán apreciadas por generaciones. Formó parte
del grupo de empresarios que impulsó la creación de la Orquesta Sinfónica de
Yucatán, y posteriormente se convirtió en presidente del Patronato de la
Orquesta Sinfónica de Yucatán #FIGAROSY. También presidió la fundación Fernando
Castro Pacheco, creada para exponer y mantener las obras del difunto artista
yucateco que da nombre a la fundación.
Probablemente la aportación cultural más importante de
Don Raúl fue su esfuerzo para impulsar la enciclopedia alfabética publicada en
1998 titulada “Yucatán en el tiempo”. Ésta obra de seis tomos, editada por Juan
Duch Colell (Su entrañable amigo), Michel Antochiw, Fernando Espejo, y Silvio
Zavala Vallado, ilustra la historia y el presente de nuestra región peninsular,
convirtiéndose en un referente para quien pretenda adentrarse en la materia.
De igual forma, fue parte del consejo fundador de la
ahora Universidad Anáhuac Mayab, la cual le otorgó en el año 2012 un doctorado
Honoris Causa en Ciencias Económicas. El mismo año encabezó una campaña de
concientización denominada “Actúa X Yucatán” encaminada a promover el voto
ciudadano en la elecciones de ese entonces.
No puedo decir menos que extrañaré las múltiples
comidas y tertulias que acompañaba a mi padre con su amigo Raúl y luego, a la
muerte de mi padre el honor de ser invitado muchas veces y en donde me
compartió un poco de la mucha sapiencia de la que gozaba; extrañaré escuchar la
poesía que tanto declamaba en cada ocasión que nos sentábamos a departir tanto
en el comedor de La Revista (que siempre ha sido su casa), como en el Muelle 8,
o en el comedor de su casa.
Tampoco puedo pasar por alto que Don Raúl influyo en
gran medida a mi formación, junto con otros personajes yucatecos, así como del
altiplano. Era imposible conocerlo y no aspirar a ser cómo él, no por su éxito
económico, sino por su inteligencia, su decoro, su porte, su sencillez, su
determinación… En fin, por lo que valía como ser humano; porque aún hubiese
sido despojado de toda pertenencia material, lo que él traía dentro lo hacía
más valioso que muchos de nosotros.
Don Raúl será extrañado por muchos de nosotros, pero
su recuerdo prevalecerá a través de los esfuerzos que hizo en vida, lo cual
representa una alegría pues la huella que dejó su trabajo no será borrada
pronto. El me enseñó que había que defender la aldea propia aunque las flechas
no hayan salido de mi arco, hoy intentaré seguir sus enseñanzas. Externamos nuestras más sinceras condolencias
a su esposa Doña Ileana, y a sus hijos Ileana, Raúl, Mauricio, Esteban y
Alejandra.
A Don Raúl le diría que no es un adiós, es un hasta
luego. Y por todo, Gracias.