La Revista

De pasos, depresiones y equipamiento urbano

Ariel Aviles Marin
Ariel Aviles Marin
Sígueme en redes sociales:

Desde su creación, el paso a desnivel de la avenida Prolongación de Montejo, ha sido motivo de apasionada y encendida polémica. A resultas de una campaña mediática copiosa y persistente, un amplio sector de la población de nuestra ciudad ha creado por esta instalación urbana, una verdadera fobia, un odio irracional. Esto llega a situaciones tan ilógicas cómo las de gente que prefiere pasar por encima, con la complicación que esto conlleva, que usar el paso a desnivel como una forma de agilizar el tráfico citadino, tan complicado en las horas pico. Lo cierto es que, Mérida es un caso curioso, pues una obra de ingeniería que significa un avance urbano, es rechazada, descalificada, y hasta se habla de enterrar el espacio y volver al uso anterior, con las terribles consecuencias que este hecho traería para la fluidez y eficiencia del tráfico diario. La situación me parece comparable con la de una persona, que por ser conservadora, tome la decisión de no usar más su calentador de agua, y volver al uso de poner una cafetera en un anafre, y después, templar el agua en un cubo y bañarse a jicarazos en el invierno.

El paso a desnivel, que así es su denominación correcta y exacta, no fue un proyecto que surgiera durante la administración que lo hizo realidad, no. Ya mucho antes, administraciones municipales habían abordado el tema y se concebía como una obra de gran trascendencia para el progreso urbano de nuestra ciudad. Fue en la administración 1993-1995, siendo alcalde Luis Correa Mena, cuando se habla por primera vez de la necesidad de un paso a desnivel en la glorieta de Prolongación de Montejo, cosa que no paso a más de un proyecto que no se abordó. En los gobiernos municipales de Ana Rosa Payán y Manuel Fuentes, se toma como un proyecto que es necesario abordar ya, pero por no contar con los recursos suficientes, se descarta su construcción. Hace ya nueve años que la obra se llevó a cabo y para ello se realizaron estudios profundos, profesionales y calificados para su aprobación. Hubo un amplio estudio realizado por la Secretaría de Seguridad Pública, en materia de ingeniería de tránsito que arrojó como resultado la necesidad de pasos a desnivel en nueve puntos conflictivos de la ciudad, no sólo el de Prolongación de Montejo. Dependencias federales, como CONAGUA y SEDUMA, emitieron los permisos ambientales y los estudios de impacto al medio ambiente, así como las afectaciones del manto freático.

Las opiniones calificadas de ese entonces, son posibles de corroborar, pues dos de los responsables aún están ejerciendo cargos públicos; el de Seguridad Pública sigue siendo el mismo titular; y en el caso de CONAGUA, su titular era Sergio Chan Lugo, actual director de JAPAY. De manera que, la construcción del paso a desnivel, tenía sustento y calificación aprobatoria del Gobierno Federal de ese entonces, no sólo de la administración municipal. La realidad del asunto, es que, una obra de ingeniería de tránsito, que a todas luces significó un importante avance en materia de urbanismo, se politizó, y con ello se provocó la antipatía de un importante sector de la sociedad meridana. No importa qué tan útil sea la instalación, el caso es que, por ser desagradable al sentir de un sector de la población, que no de la totalidad, se está hablando en la actualidad de desechar la instalación, de rellenar el viaducto, y retornar a la circunstancia de tener que cruzar la glorieta de Prolongación de Montejo, con el Jesús en la boca en las horas pico.

Desde el proceso de su construcción, se esgrimieron varios argumentos, los cuales a mi modo de ver las cosas no son válidos. Se dijo, en primerísimo lugar que, el paso afectaba gravemente el contexto urbano del lugar, que rompía con el entorno arquitectónico del rumbo, de chaletes de la década de fines de los 50’s. Cito un ejemplo real, urbano, y en un contexto arquitectónico de gran trascendencia histórica. En el centro de Madrid, ciudad capital, la emblemática calle de Alcalá, enclavada en el Madrid del S. XVIII, tiene un paso a desnivel. En la conocida glorieta del “Espartero”, con su monumental estatua ecuestre, Alcalá se cuza con la calle de O’Donel, vía que nace en las afueras de la ciudad, sale del aeropuerto, y lleva el flujo vehicular al centro de la urbe. Pues ahí, en el Madrid del S. XVIII, la calle de Alcalá, pasa por debajo de la estatua ecuestre, y del otro lado, sigue su camino a la Plaza de Toros de las Ventas, mientras O’Donelcruza por arriba. Y todo esto, sin menoscabo alguno para el contexto arquitectónico de la gran capital.

Se me objeta que, no es lo mismo, que Madrid es una gran ciudad, y Mérida es una ciudad relativamente pequeña y de provincia. Tengo a la mano otro ejemplo. Xalapa, Veracruz, es una ciudad provinciana, incluso más pequeña que Mérida. La Avenida Manuel Ávila Camacho, que da inicio en la Autopista Xalapa-Veracruz, va a dar exactamente a la plaza principal de la ciudad, el Parque Benito Juárez; y ¿qué creen?, Ávila Camacho se va por debajo del parque y sale a la calle 5 de Mayo, también del centro de la ciudad. Estamos hablando de una ciudad pequeña, y de un paso a desnivel exactamente en el centro mismo de la ciudad, que por cierto, es la capital del estado. En ciudades grandes o pequeñas, antiguas o modernas, un paso a desnivel es un rasgo de avance urbano que no debe perderse cuando ya se cuenta con él.

Esta obra urbana fue construida por una compañía de gran prestigio internacional, PROSER, que en la época de la construcción del paso a desnivel era dirigida por el Ing, Raúl Ancona Riestra. La empresa, ha sido ganadora de varios premios internacionales de construcción; realizó la obra porque gano un concurso convocado exprofeso para ello; dejó múltiples garantías escritas por el trabajo realizado, y además, aún sigue haciendo obra para la actual administración municipal, lo cual nos habla que su obra y calidad no están descalificadas.

¿A qué vienen todas estas reflexiones sobre esta polémica instalación de nuestro equipo urbano? Pues es muy sencillo, con el violento paso de la Tormenta Tropical Cristóbal, el paso obviamente se anegó, se inundó completamente, y ¡Oh sorpresa! Se conectan las bombas de drenaje y no funcionaron. Pues claro, estas bombas, cómo todas las bombas, deben tener un funcionamiento regular, pues su desuso causa que se amarren las bobinas, que se sulfaten, que se llenen de sarro. Quienes tienen casa en algún puerto, pueden dar testimonio de lo que digo; llegar a la casa, tiene como acción inmediata, reactivar la bomba, pues con toda seguridad está amarada. Ya que uno se instala en la casa, y la bomba tiene un uso regular y diario, no vuelve a fallar. Así debe hacerse con las bombas de achique de Prolongación de Montejo, se les debe echar a andar con alguna periodicidad, para que siempre estén listas para entrar al quite en caso de alguna eventual inundación por cualquier meteoro natural.

Es muy lamentable que, una vez más, se esté politizando este equipo urbano que es un bien funcional de la ciudad. Es un disparate pensar en cancelar esta instalación, cuando lo que hace falta es la construcción de varios más de estos pasos a desnivel, en varios puntos de la ciudad, en dónde el tráfico, a las horas pico, se vuelve un verdadero infierno, una trampa mortal en la que, si te ves atrapado, te causa un perjuicio en los tiempos de tu labor de trabajo. Díganlo si no, quienes tienen que cruzar la glorieta de S. XXI, la de Itzaes con Avenida Colón o la terrible del Pocito, en Montecristo.

El paso a desnivel de la Prolongación de Montejo, significó en su momento, y sigue significando, un avance en materia de ingeniería urbana, Cuando se construyó, la ciudad tenía un aforo vehicular de sesenta mil unidades, esta cifra ha crecido, por lo tanto de ninguna manera se debe pensar siquiera en cancelarla, antes bien, hay que pensar en construir otros más. Nuestro paso a desnivel, es un avance urbano, tal vez cause depresión a quienes tienen una antipatía gratuita por él, porque de deprimido, no tiene nada, baste pasar por él cualquier día a las tres de la tarde, para constatar su vida y su empuje saludable para el intenso tráfico de nuestra ciudad. Es una obra que debe permanecer en uso para beneficio de la colectividad.

Mérida, Yuc., a 31 de julio de 2020.

 *Las fotos que ilustran este texto son de Salvador Peña L.

Ariel Aviles Marin
Ariel Aviles Marin
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último