La Revista

El empresario que dio la cara para ponerle fin a la pandemia

Marco Cortez Navarrete
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Por: Marco Cortez Navarrete. 

Correo: marcocortezn@gmail.com 

Hasta hace unos cuantos días nadie se imaginó que un hombre, uno de los más ricos e influyentes del mundo, méxico-libanés, Carlos Slim Helú se haya convertido en el artífice de la esperanza de millones de mexicanos y de latinoamericanos. Ahora sabemos -en voz de su yerno- que para el señor Slim la palabra “¡apúrense!” tiene y guarda un enorme significado no para él sino para la esperanza de vida de miles de mexicanos y de otras latitudes que esperan con ansiedad la solución a la epidemia de COVID-19…la vacuna que le ponga fin.

Nacido en la Ciudad de México un 28 de enero de 1940, Carlos Slim, sin hacer tanto ruido, y por medio de la Fundación Slim y la Universidad de Oxford y en convenio con AstraZeneca están a punto de lograr lo que ningún país de Latinoamérica se espera: tener al alcance la posibilidad de inoculación de millones de personas, comenzando por las que integran el sector salud y están al frente del combate de la pandemia seguidos de las personas más vulnerables como aquellas de las tercera edad o con morbilidades ya conocidas: diabetes, obesidad, hipertensión, cardiopatías, etc., y niños, millones de niños que hoy están sujetos a sus capacidades inmunológicas para capear el temporal que representa tener el virus en sus cuerpos.

México -como bien dijo el señor López Gatell hace algunos meses- va derecho al peor de los escenarios que él mismo citó en una de las decenas de conferencias que ha ofrecido y donde afirmó que sería catastrófico para el país llegar a 60 mil decesos como consecuencia del COVID-19 y, ¿saben qué?, estamos a unos cuantos días de que esto suceda a pesar de que las autoridades han dicho una y otra vez que la curva de la pandemia ya está domada y que es cuestión de tiempo salir de esta crisis sanitaria que de paso arruinó por completo la economía nacional propiciando el cierre de miles y miles de negocios, empresas, industrias y desde luego el despido de miles y miles de trabajadores que hoy no tienen cómo mantener a sus familias.

Resulta curioso ver como el señor Slim dejó que el acuerdo con AstraZeneca y la Universidad de Oxford, para concretar la vacuna que deberá estar lista a fines de año e iniciar aplicándose al inicio de 2021, se haya dado a conocer de la siguiente manera: el miércoles pasado por la tarde fue el presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien dio a conocer este proyecto cuyo objetivo se enfoca a la creación y aplicación de entre 150 y 250 millones de vacunas para su paìs, México y el resto de Latinoamérica, con excepción de Brasil que, al parecer, tiene ya acuerdos con Rusia para utilizar la vacuna creada en aquella nación. Esto causó revuelo y, un día después, o sea este jueves pasado, en la conferencia de prensa que ofrece todos los días el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acompañado de su ministro de relaciones exteriores, Marcelo Ebrard, y de la representante de AstraZeneca en México, corroborarán lo dicho por el mandatario argentino 24 horas antes.

Solo que aquí, en este evento de palacio nacional, la figura de Carlos Slim Helú, estuvo representada por su hijo, Carlos Slim Domit, presidente de administración del Grupo Carso, quien además recordó a los funcionarios presentes y medios de comunicación que la colaboración de la fundación se remonta al surgimiento de la pandemia ha incluido muchas más acciones y equipos para combatir al COVID-19.

¿Quién diría que un empresario muchas veces cuestionado y criticado haya dado la cara por México? Arturo Elías Ayub, uno de los brazos fuertes de Slim y además su yerno dijo que desde el momento que surgió la posibilidad de establecer el acuerdo con la industria farmacéutica, la universidad de Oxford y los gobiernos mexicano y argentino, en la mente de Slim solo había una palabra, repetida, una y otra vez: “APÚRENSE”. Y esta palabra tenía una sola connotación: salvar vidas humanas, vidas humanas de mexicanos que todos los días desaparecen y que pareciera que al gobierno y a muchos otros gobiernos les pareciera normal, dado el potencial y letalidad del virus. El ingeniero Slim -dijo Elías Ayub-, sabe perfectamente bien que la única forma para superar esta tragedia es la vacuna, aspecto que debemos señalar, no figuraba como tema prioritario para el gobierno, como tampoco lo más de 55 mil muertos oficiales hasta ahora, y sí en cambio, otros como temas como El Tren Maya o el nuevo Aeropuerto Felipe Ángeles, o el combate a la corrupción de criminales de cuello blanco (que si es importante pero no más que la vida de miles de compatriotas), o más aun, la rifa de un avión que sinceramente se observa más como un circo y no como solución a los problemas de salud y economía, entre otros más, que hoy afectan o más mejor dicho azotan sin misericordia a millones de mexicanos.

Pues bien, fue un Fifí el que dio la cara no tan solo por México sino por Latinoamérica; hablo del empresario, criticado miles y miles de veces por amasar una de las fortunas más grandes del mundo, pero, ahí está, a punto de salvar la vida de miles y miles de mexicanos que, con el tiempo, serían potenciales víctimas como muchos otros más lo han sido ya de la pandemia. Y aclaro que no tengo el gusto de conocer al señor Slim, de darle las gracias por hacer algo que otros debieron hacer desde un inicio y que incluso es su obligación, pero confieso que solo escribo estas palabras para desahogarme y manifestar mi alegría de que muchos grandes empresarios aún tienen alma y corazón…¿que valdrá la vacuna?, pues claro, pero se afirma sería en promedio unos 4 dólares, el equivalente a unos 80 pesos. ¿Quién o quiénes no pagarán esta cantidad por mantener sus vidas?

Carlos Slim Helú, empresario e ingeniero mexicano y uno de los hombres más ricos del mundo, con bienes que ascienden a los 51 mil 900 millones de dólares (según información en internet) es hoy el héroe. No los gobiernos, es una iniciativa de Slim y a la cual, obviamente, se sumaron o colgaron otros. En su biografía Slim recuerda lo que pasó su padre Julián Slim, cuando en 1914 y en plena Revolución mexicana, le compró a su hermano mayor el 50 por ciento restante de un negocio que tenían en común, CREYENDO EN MÉXICO Y EN SU DESTINO. “Si mi papá, en plena Revolución, con el país sacudido, sin todavía tener familia y siendo extranjero y sin el arraigo que te da el tiempo, confió en México y en su futuro, cómo no iba a hacerlo yo”, ha dicho Carlos Slim en varias entrevistas. Gracias Carlos Slim por seguir ese ejemplo de su padre y por decir, consciente o inconscientemente que usted también cree en México, independientemente de la persona y del color de partido político que se siente en esa silla presidencial que no se qué tiene pero que al hacerlo la persona cambia, ve o le hacen ver un mundo y un México totalmente distinto al que en realidad es.

PD. Y un ejemplo de humildad es que el anuncio de la vacuna la hizo medio mundo, menos su auténtico impulsor, exceptuando a su hijo que en alma lo representó.

Hasta la próxima.

Marco Cortez Navarrete
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