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No todo es campaña

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

El presidente dijo esta semana que las protestas en Chihuahua por el agua, los plantones en Ciudad de México, los padres de los niños con cáncer, las quejas por las 100 víctimas diarias -67 mil desde hace dos años- de la violencia o los más de 73,500 fallecidos del coronavirus o los 64 secuestros de julio, la trata de personas al alza en 55 por ciento, son producto de esas campañas permanentes de los conservadores, no de la indiferencia de su gobierno.

Estamos viviendo de nuevo el país donde los problemas crecen, se agigantan y no hay nadie que les de la cara y si quienes esperan que desaparezcan por cansancio, por hartazgo, pero si te quejas eres conservador, y quieres mantener el sistema de privilegios y corrupción que hemos vivido desde siempre.
Sin embargo, la corrupción en este gobierno que, dice, la combate ha crecido en la percepción internacional cuando los escándalos por las adjudicaciones directas de suman ya el 78 por ciento.

Las cartas de Germán Martínez al renunciar a la dirección del IMSS, de Carlos Urzúa al renunciar a la secretaría de Hacienda, y ahora de Jaime Cárdenas a dirigir el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado exhiben no sólo el tráfico de influencias en el gobierno de López Obrador sino además un desprecio por la medicina, pero sobre todo la inexistencia del combate a la corrupción y a las malas prácticas administrativas en el gobierno.

En la seguridad, el secuestro, robo con violencia, feminicidios, homicidios, trata de personas, desempleo, siguen creciendo y conformando la peor crisis económica, de salud y de seguridad que hayamos vivido.

El zócalo capitalino se volvió a convertir en un área en la que se prohibió protestar, como cuando Luis Echeverría o José López Portillo lo protegían para evitar las manifestaciones contra su gobierno, pero lo abrió la Corte con un amparo.

Las quejas contra el actual gobierno tienen que ver por los escasos resultados, con esos que muchos de sus seguidores esperan se hagan realidad, pero hasta hoy no son tangibles, no son contabilizables para esa mayoría que sigue siendo la carne de cañón de todos esos gobiernos que ha padecido el país con la promesa paternalista de acabar con la corrupción, no sólo promoviéndola sino burlándose de la impartición de justicia ahondando la desigualdad que más golpea a los que menos tienen.

Sin embargo, vemos que quienes aspiran a ser autoridad hoy siguen siendo los mismos personajes que alguna vez vimos en el PRI, en el PAN, o en el PRD y hoy se dibujan un nuevo rostro, una nueva ideología y nos vienen a vender su “nuevo” ánimo de servicio con Morena.

Traidores a sus votantes, quienes hoy se perfilan para ser candidatos son personajes que tienen una responsabilidad real de lo que ha sucedido en el país.

En Campeche, Calkiní, Ciudad del Carmen o Candelaria no son diferentes hoy a lo que eran hace algunos sexenios. Tenabo, Hopelchén o Calakmul siguen teniendo pendientes por resolver, rezagos históricos que distan mucho de resolver el nivel de vida de quienes ahí habitan.

Campeche ha tenido alcaldes y gobernadores que les han dado un nuevo rostro a sus ciudades, pero no un mejor nivel de vida a sus habitantes. La promesa perenne de desarrollo, de crecimiento.

En Yucatán la alternancia ha sido realidad y dos gobiernos panistas, en diferentes sexenios, han logrado ocupar el palacio de Gobierno, pero la realidad es que la fortaleza de una clase empresarial activa y dinámica se ha conjugado con gobiernos que tienen claro el camino para lograr el despegue de una entidad que no era muy distinta a su vecina campechana.

Regresé al sureste en los años ochenta, luego de radicar más de 15 años en CdMx, y Mérida, Tabasco y Campeche no eran tan diferentes entre sí. Estados del Sureste que tenían muchos reclamos y que empujaban para desarrollarse, para crecer, para ser mejores.

De la región, el crecimiento y desarrollo de Tabasco, Quintana Roo y Yucatán son innegables mientras los saldos de Campeche siguen manteniendo a la entidad en un dependiente absoluto de los tres niveles de gobierno.
O trabajas, le vendes y te alías al gobierno o no hay posibilidad de subsistencia económica en Campeche y eso ha sumido a la entidad en un círculo vicioso y a una lucha electoral agigantada con la llegada de nuevos partidos a la presidencia de la República: panistas del 2000 al 2012, PRI de 2012 hasta 2018 y Morena ahora y en los comicios de 2021 cuando se elegirá no sólo gobernador sino 13 alcaldes, diputados federales y locales, además de juntas municipales.

¿Qué ha impedido que Campeche sea exitoso?, ¿qué se necesita para ser exitoso en la entidad?, ¿qué se requiere para incentivar la economía local y dejar de depender de los tres niveles de gobierno?

Campeche tiene una exigencia muy clara: detonar su economía, generar empleos mejor pagados y que haya un desarrollo social verídico y no a expensas de la administración pública.

El desarrollo de Yucatán y Quintana Roo tiene que ver con su capacidad de incentivar la inversión privada, el establecimiento de empresas internacionales y la creación de una economía diversificada que no padece los vaivenes de la administración pública porque no es el único empleador ni comprador.

Tabasco tuvo una caída tomada de la mano con la debacle petrolera debido a que su economía está petrolizada y, por lo que se ve, seguirá así porque la inversión pública en esa entidad es básicamente en el tema petrolero, aunque ahí también hay un fuerza económica en los temas ganaderos.

En los comicios que se avecinan, en esos que se cambiará la Cámara de Diputados y los congresos locales y ayuntamientos, la población debe tener claro que votar sin analizar quien es la persona, cuál es su compromiso real y hacerlo sólo viendo las siglas de los partidos será un error. La crisis de partidos tiene que ver con cómo éstos han olvidado no sólo a sus militantes sino a quienes han votado por ellos y han preferido arreglarse entre ellos mismos para no perder privilegios y seguir saqueando las arcas públicas. Hoy, como está claro, Morena se ha sumado al descredito que ya tienen los demás partidos políticos con la agravante de que ha quedado claro que sus propuestas no sólo no saben cómo concretarlas sino que muchas veces han actuado con una manifiesta incongruencia y más aún: en contra de lo que ellos mismos han presumido.

Me decía un amigo que pareciera que hoy se escogió a quien nos robaría este sexenio cansados de que siempre nos robaran los mismos. El problema, desde mi perspectiva no es que deseemos que no nos robe nadie sino que votamos y elegimos a los mismos de antes sólo que hoy visten un nuevo partido y eso es cambiar para que todo siga igual. ¿Caeremos en ese garlito de nueva cuenta?

José Francisco Lopez Vargas
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