En sus memorias “El Rosamóvil”, Ana Rosa Payán Cervera relata que luego de largas negociaciones con los empresarios camioneros se hizo la propuesta de crear un doble circuito en el Centro para que allí transiten todas las rutas y crear un sistema de vehículos ecológicos donde ya no transitaran los camiones para mover a los adultos mayores y las personas con discapacidad.
Pero sólo duró unas horas. Ella relata diversos intereses ajenos que se entrometieron para deshacer lo que llamó su “Sueño Londinense”. Tuvo que venir una pandemia para que en aras de proteger la salud, se adoptaran diversas medidas para evitar cadenas de contagios sin que el sistema de transporte urbano y el comercio en esa zona de la ciudad colapsen.
Ayer, el presidente de la Canacome, Michelle Salum Francis, sin respetar la palabra empeñada en la firma del Plan de Mejora de Movilidad Urbana en el Centro Histórico de Mérida, manifestó una presunta inconformidad de usuarios del transporte urbano por las largas caminatas y dio a entender que las cosas no están funcionando para los comerciantes.
Fiel a su costumbre, dijo que los números ya eran favorables desde antes de la puesta en marcha del Plan, que apenas tiene tres semanas de funcionar.
En los corrillos empresariales ya se habla de que Michelle Salum está sufriendo las presiones de los consejeros vitalicios del organismo empresarial y que no le queda otra más que dar la cara por los intereses que de toda la vida han impedido cualquier cambio urbano en el Centro Histórico.
Los dueños de los grandes edificios que se dan en renta, los propietarios de las grandes tiendas departamentales y por supuesto, quienes hoy apuestan más a las utilidades que a la salud.
Se habla incluso de que muchos de sus compañeros líderes de otras cámaras no comparten sus opiniones en las reuniones de trabajo y ven en sus constantes veleidades un apartamiento de la búsqueda de soluciones reales a un problema de salud y la reactivación económica segura. Otros, debajo de la mesa, arguyen que todavía no se ha dado cuenta que ya no es el presidente del Consejo Coordinador Empresarial.
Después de todo, ¿A qué comerciante no le conviene tener un paradero atestado de gente frente a su negocio? Ana Rosa Payán lo decía muy bien en sus memorias: lo que platicábamos con los comerciantes sobre la mesa, ellos por otro lado, o por debajo de la mesa acoraban la resistencia al cambio.
Nunca se había visto una cámara empresarial tan trastabillante, que un día si y otro no, enjuaga y desenjuaga sus posturas ante temas tan delicados en los que se concede valor a la palabra y a la firma empeñada, después de todo, para eso son los acuerdos. Para respetarlos, honrando la palabra de los socios que representa.
