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Indignantes declaraciones de un conocido empresario

Ariel Aviles Marin
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En su edición del día 14 de octubre, el periódico nacional El Universal publicó unas declaraciones del empresario Ricardo Salinas Pliego, que se antojan increíbles y mueven a indignación. En una actitud y criterio decimonónicos, el referido empresario manifestó una postura totalmente contraria a la obligación de la clase patronal de proveer su parte para que los trabajadores de sus empresas, después de muchos años de labor, gocen de la merecida e indiscutible justa, jubilación. Estas declaraciones corresponderían a un empresario de la era porfiriana, están totalmente fuera de lugar, y lastiman y ofenden a la clase trabajadora, ya de por sí muy maltratada y lesionada por los gobiernos neoliberales de los últimos tiempos. Parece que no basta que, poco a poco, las garantías individuales consagradas en la Constitución General de la República, promulgada en 1917, se hayan ido echando abajo una a una. Ahora, la pretensión de la clase empresarial, de la cual Salinas es portavoz, pretende desajenarse totalmente de la suerte que han de correr en la vejez, y después de una larga vida productiva en beneficio de la clase empresarial, quienes generaron con su fuerza de trabajo la bonanza económica de la que esta clase privilegiada goza.

El Sr. Ricardo Salinas, con un tupé digno de mejor causa, dijo textualmente en sus declaraciones al Universal, que: “El empleado, y sólo él, tiene la obligación de ahorrar para aspirar a un futuro digno”. Si esta expresión proviniera de una persona sin preparación, serían igualmente reprobables, pero se podrían entender, pero viniendo de una persona con la preparación de Salinas Pliego, sólo denotan una actitud arrogante y digna de la más profunda descalificación. Ricardo Salinas, no sólo es uno de los empresarios más ricos de México, sino que tiene una preparación académica de excelencia, lo cual, dicho sea de paso, hace más grave aún sus declaraciones. La formación académica de Salinas, es precisamente en el plano de la economía y las finanzas, pero parece que, en el plano de la ética y la conciencia social, deja mucho que desear. Por si lo anterior no fuera suficiente, el Sr. Salinas agrega: “El patrón, no tiene incentivo alguno para garantizarle una pensión digna, especialmente en este mundo con enorme movilidad laboral. Para el patrón, cualquier contribución a la pensión del trabajador, es sólo un impuesto más. Es un gravamen extra a quienes creamos las fuentes de trabajo”. Como si esta argumentación fuera un justificante a sus desafortunadas declaraciones.

Las declaraciones del Sr. Salinas, nos merecen un examen, para demostrar que, no tan sólo tiene la clase patronal, el ineludible deber de garantizar a sus trabajadores una vejez digna y segura, sino que, dejar de hacerlo, es una forma de deteriorar, aún más, la situación ya crítica de la clase trabajadora, y con ello, poner un elemento más de tensión a la delicada situación económica que vive nuestro país que, de no mejorar a la voz de ya, puede llevarnos a un estallido social violento, con consecuencias imprevisibles, con resultados profundamente negativos, para unos y para otros, la clase empresarial incluida. Así que, por propia conveniencia, los empresarios deben de ser los más preocupados de que, el empleado, después de laborar muchos años, tenga la posibilidad de retirarse, con la garantía de un vida modesta, pero digna. Este deber de la clase empresarial, no es tan sólo en base a la ética social, sino que tiene fundamentos en los principios de la economía universal, y vamos a exponer los fundamentos y principios que llevaron a todos los regímenes del mundo civilizado, a establecer un sistema de pensiones y jubilaciones.

La actividad económica de cualquier índole, se fundamenta en el trabajo de muchos obreros, es la fuerza de producción de esta clase social la que genera el beneficio económico de cualquier industria o empresa. El empresario paga al obrero un sueldo con el que le compra su fuerza de trabajo, este sueldo, que por lo general es siempre por debajo de lo justo, es una forma de dejar al trabajador fuera de percibir el beneficio de lo esencial que genera su labor, esta parte tan importante de la producción se llama plusvalía, y es la que genera la verdadera riqueza de una empresa; y este beneficio económico lo detenta tan sólo el empresario, lo cual es anti ético e injusto. Para explicarlo de una manera sencilla, un hombre que venda en las calles, pepitas y cacahuates, nunca se hará rico, si acaso tendrá para vivir pobremente; pero si un hombre, pone a otros doscientos congéneres a vender pepitas y cacahuates que él les proporciona, y les paga por ello una cantidad, en poco tiempo mejorará su situación económica, pues centuplica dos veces la ganancia. En esta ganancia, está incluida la plusvalía, pero ésta, el patrón no la comparte con sus empleados, se queda con ella, y de esta manera se hace rico.

Las instituciones de seguridad social, son una forma de compensar, tan sólo en una parte, el despojo de la plusvalía al trabajador. Así que, es un deber ineludible del empresario poner una parte importante y necesaria para el sostenimiento de los instituciones que, como el IMSS, el ISSSTE, el ISSSTEY y también el INFONAVIT, que son una garantía para la salud y el sostenimiento económico del trabajador que ha concluido su vida activa en la producción. De ninguna manera debe permitirse al empresario desentenderse de sus cuotas para la seguridad social de los trabajadores. Las cuotas patronales, no son una graciosa dádiva del empresario, son una obligación económica y moral de la clase económicamente fuerte, de ser solidarios con la gente que genera la riqueza de la que gozan. Es una forma de devolver, tan sólo en parte, el despojo de la plusvalía a quienes la generan y son injustamente excluidos de ella. Así que, esto no es un impuesto más, no es un gravamen más para el empresariado, sino que es un deber ineludible moral y económicamente.

Ya bastante se ha deteriorado la seguridad social y las prestaciones de la clase trabajadora, para que, ahora, uno de los empresarios más poderosos de México, venga a externar una postura inmoral e inconsciente. Hay que responderle al Sr. Ricardo Salinas Pliego que, la enorme riqueza de la cual disfruta, ha sido generada por la plusvalía de miles de trabajadores de sus numerosas empresas, y que, de ninguna manera es admisible que quiera escurrir el bulto y dejar de aportar lo que aporta para devolver unas migajas de lo que la fuerza de trabajo de los trabajadores le entrega con sus largas y cansadas jornadas de labor.

Sr. Ricardo Salinas Pliego, sus declaraciones han sido muy desafortunadas, son totalmente contrarias a la ética y a la moral. ¡Había que decírselo, y aquí se lo estamos diciendo!

Mérida, Yuc., a 17 de octubre de 2020.

*La foto es de Salvador Peña L.

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