Por: Cristina Padín.
Su padre admiraba a Camarón y a su madre le encantaba el toreo eterno de Manzanares y sus abuelos cantaban y tocaban la guitarra con mucho arte. Su hermano, que era también su mejor amigo, quería ser torero. Y ella bailaba. Sentía el duende en los pies, la magia en el alma, el color en la piel.
Sabía que no hay flamenquito ni flamenco con k, que un volante es el susurro de una canción con aroma a Morente y a Morante, que la cultura es leer y sentir y apreciar. Era ella pura y fresca como el agua, y era ciega. No impedía su ceguera de nacimiento que pudiera danzar y ser feliz. Las sensaciones nacen en el corazón. La fuerza en la mente..
En el día del flamenco quise escribir una historia flamenca y sobre personas con discapacidad
Dedicado al flamenco
A lo nuestro
Al toreo
A Morante
A la memoria del genio Morente
A la memoria de Manzanares
A mi Luis
A Carlos
A los hermanos y a mi hermana. El mejor regalo de la vida es un hermano