Por: Ariel Avilés Marín.
En todas las latitudes,
en todas las épocas, en todos los campos, se cometen injusticias; pensé que
esto no aplicaba a la cultura y las artes, ¡Qué equivocado he estado! Uno
piensa que, las rivalidades en el campo del arte y la cultura existen, son
totalmente naturales, pero no para llegar al nivel de bloquear y tratar de
borrar de todo panorama a un personaje que disiente del líder de un movimiento.
Y si, además, las circunstancias de vida del personaje ponen lo suyo para el
extravío de su obra, se completa lo necesario para eclipsar a un hombre, cuyo
brillo debe ser visible desde cualquier punto del orbe, pues su trayectoria,
creaciones e iniciativas son tremendamente trascendentes en la cultura de su
patria. Tal es el caso del enorme músico mexicano José Francisco Vázquez Cano,
jalisciense y mexicano por nacimiento, pero universal por la enorme importancia
de sus aportaciones a la música en general. Ah, y además, de una importancia
toral para nosotros, pues, pocos los recuerdan, pero fue director de la Orquesta
Sinfónica de Yucatán, en un pasado remoto, pero brillante.
En el año de 1944, el
gran músico yucateco, Daniel Ayala Pérez, por encargo del entonces gobernador
del estado, Ernesto Novelo Torres, reorganiza la Orquesta Sinfónica de Yucatán;
en aquel lejano entonces, totalmente compuesta por músicos locales,
circunstancia entendible, pues teníamos academias dirigidas por maestros
formados en Europa, y que habían vuelto al terruño para enseñar a las nuevas
generaciones; y otras, de maestros llegados a esta tierra, en la cual se
establecieron y dejaron escuela. Daniel Ayala, convocó para ayudarlo en la
empresa, y para alternar con él y con Luis G. Garavito, en la batuta, a un
músico originario de Jalisco, y formado en la Ciudad de México, el maestro José
F. Vázquez. Así, llega a nuestra tierra este gran músico mexicano que dejaría
una importante labor entre los integrantes de esa nuestra sinfónica de esa
época. Pero si bien, José F. Vázquez fue importante para la música en Yucatán,
su labor a nivel nacional es de primerísimo orden, y de una importancia
mayúscula, que justificaría que su nombre brillara al lado de José Pablo
Moncayo, Daniel Ayala, Manuel M. Ponce o Carlos Chávez. José F. Vázquez, fue un
importante director, compositor, pianista, académico y gran promotor cultural.
Una figura completa en el panorama de la música mexicana del S. XX.
José F. Vázquez, nace en
Arandas, Jalisco, el 4 de octubre de 1896. Desde su más temprana infancia da
cuenta de su amor por la música, pues pasaba largas horas sentado frente a un
viejo piano que había en su casa; sus padres, tenían otros planes para él, así
que, venden el piano con el objeto de alejar del niño ese gusto, pero su
vocación se impone, y a los trece años, se traslada a la capital para estudiar
en el Conservatorio Nacional, donde es discípulo de importantes maestros como
Julían Carrillo o Rafael José Tello. Al egresar de la institución, se sostiene
dirigiendo grupos pequeños en teatros y salones. En 1910, gana un sonado concurso
y es premiado personalmente por el presidente, Gral. Porfirio Díaz. Tal parece
que este premio marca negativamente su carrera, pues los músicos de la
corriente nacionalista, por este acercamiento con el dictador, lo
descalificaron de por vida y lo segregaron de todas sus actividades. Muy pronto
empieza a destacar como compositor; su primer éxito es con su Suite de Ballet
“La Ofrenda”. A partir de 1923, empieza a presentar sus óperas con gran
reconocimiento del público, “Citlali”, “El Mandarín” y “El Último Sueño”, esta
última estrenada en el Palacio de Bellas Artes en 1941. En 1929, presenta con
gran éxito sus “Tres Acuarelas”. Como compositor, en su obra se advierten las
influencias de los autores mexicanos Ricardo Castro y José Orduy, y de los europeos,
Jules Massenet y Claude Debussy. Su prematura muerte en 1961, y casi en seguida
la de su esposa, y la circunstancia de que sus hijos eran aún muy pequeños,
provoca el extravío de sus partituras y fotografías testimoniales de sus
logros, y permanece en un olvido lamentable por más de treinta años; además, su
nombre se registra con un error ortográfico, lo cual causa confusión sobre sus
datos, pues aparece con S en vez de Z. Quiere la casualidad que su hijo José
Jesús Vázquez Torres se hubiera topado con su obra, en un bazar de La
Lagunilla, para que ésta vuelva a la luz y encuentre la difusión que se le
debe, como una primera figura de la música mexicana.
Su labor como promotor se
inicia con la fundación de la Compañía Nacional de Ópera en 1926, proyecto en
el que tiene que asumir el papel de empresario, y los fracasos en este rubro le
cuestan mucho dinero. Por un conflicto con el Sindicato de Filarmónicos, se cae
una puesta de ópera que ya estaba lista, y en la que había gastado ya en rubros
como escenografía y vestuario, luego, en 1928, en una gira del grupo, el
pagador huye con los fondos y esto le cuesta la pérdida de sus ahorros y las
joyas de su esposa. En 1933, obtiene unos triunfos resonantes, pero que son
nuevos fracasos económicos. Su obra como fundador de instituciones, se inicia
en 1920, con la creación de la Escuela Libre de Música y Declamación, que hasta
la actualidad lleva su nombre. El Conservatorio Nacional de Música,
originalmente pertenecía a la Universidad Nacional, lo dirigía Carlos Chávez; al
conceder el presidente Emilio Portes Gil la autonomía a ésta, Chávez, separa el
conservatorio de la ahora UNAM, lo cual provoca gran inconformidad, y en
respuesta, Vázquez funda la Facultad de Música de la UNAM, con el apoyo de
importantes músicos como Luis G. Saloma, Angélica Morales y José Roca. Por más
de treinta años, Vázquez imparte clases ahí y también en el Conservatorio. Por
su gran modestia, nunca fue director de la institución que había creado. Luego,
funda la Orquesta Sinfónica de la UNAM, que luego se convierte en la OFUNAM, de
la cual es director por más de veinticinco años.
Con figuras de la talla
de Daniel Ayala, Silvestre Revueltas, Manuel M. Ponce y José Pablo Moncayo,
forma un sólido grupo de promotores de la música nacional de concierto. Fue el
primer director en ejecutar ópera en el Palacio de Bellas Artes, aún antes de
su conclusión, pues en 1928 dirige la ópera “Atzimba”, de Ricardo Castro, que
fue la primera ópera presentada en el Teatro Nacional (antes de ser designado
como Bellas Artes). Dirigió la Sinfónica de la BBC de Londres. En Japón,
dirigió importantes orquestas, incluida la Imperial de Tokio. En la Sala Pleyel,
en París, dirige la Sinfónica de Radio France. Dirigió conciertos con grandes
solistas como György Sándor, Alfred Brendel, Luis Herrera de la Fuente, Higinio
Ruvalcaba o Daniel Ayala. En 1943, es director de la Banda de Musica de la
Policía de la Ciudad de México, en 1951, dirige también la Orquesta Típica de
la Ciudad de México. De 1936 a 1939, dirige Radio UNAM, en el Gobierno de la
Ciudad de México, es director de la sección de música. Recibió importantes
distinciones; el Estado de Jalisco le nombra Hijo Predilecto, y posteriormente
le entrega la Condecoración “José Clemente Orozco”. En 1959, el presidente Lic.
Adolfo López Mateos, le entrega la Condecoración Nacional de las Artes; lo
propio hacen con él Japón y Francia. Fue miembro distinguido de la Sociedad
Mexicana de Ciencias y Artes. En su ciudad natal, se le da su nombre a una
calle y se pone una placa conmemorativa.
Son también importantes
en su vida, hechos como, haber sido nombrado depositario legal de la obra de
Ricardo Castro, por los herederos del compositor. Muy loable fue el rescate que
hizo de los restos del gran maestro Ernesto Elorduy, a los que dio digna
sepultura, pues iban a ser inhumados en una fosa común. Su rivalidad con Carlos
Chávez, que se supone se originó por el premio concedido por Porfirio Díaz, y
la fundación de la Facultad de Música de la UNAM, causó que el líder del
nacionalismo musical lo vetara totalmente y se ignorara su obra y su
personalidad de gran impulsor de la música mexicana.
Apenas ahora, se está
empezando a reivindicar su figura. Después de treinta y cuatro años de búsqueda
e investigación, su hijo, José Jesús Vázquez Torres, ha logrado crear un sitio
en la red, dónde su obra y su información está al alcance de todo el mundo,
dicho sitio se ha puesto a disposición apenas en marzo de este mismo año. Tal
vez ahora, al fin, se de a la personalidad de José F. Vázquez, la dimensión de
un gran músico mexicano del S. XX, y se le reconozca también en Yucatán, dónde
dejó una importante labor con nuestra Orquesta Sinfónica de Yucatán. Hoy por
hoy, José F. Vázquez, es un titán de la música mexicana, injustamente olvidado.-
Mérida, Yuc. Noviembre de 2020.


