Era un vestido. De todas las cosas bonitas que podía ser (un capote o una guitarra o una rosa o un beso, o un verso gitano) él era un vestido. Era rojo, como roja es la más arrebatada de las pasiones, la apasionada, y como rojos son los primeros corazones que se dibujan y los labios que se pintan y las cerezas y los claveles..
Era, además, un vestido de volantes. Puro y magnífico. Sensorial. Era un cantar en Granada, un suspiro en Morón, un paseo en la noche de Córdoba. Era flamenco. Como lo que es arte y cultura y nuestro. Sensibilidad y duende. Era flamenco porque ser flamenco es en sí mismo ser. Es verdad y alma. Alma y seda. Seda y sonido..
Y el vestido tenía un don. Únicamente uno.. porque el día que repartían los dones a los vestidos se despistó escuchando a alguien bordando una canción al piano. Y llegó muy tarde. Y nada más quedaba el don de soñar. Y ese era su don: soñaba. Y su sueño era un abril con lunares, una tarde de toros, un susurro en Sevilla. Una vida flamenca…
Soñar es sentir. Sentir es vivir. Vivir es bello!
Dedicado al flamenco
A Nani Cortés
A Paty
A mi amiga Lorena, en un día muy difícil
A cada persona en contacto con el arte flamenco
Al toreo
A Sevilla y mis sevillanos
A cada lugar mencionado
A Luis
A Josè María
A mi amiga Manuela
A la esperanza
Y a cada persona que sabe aportar esperanza