Una potente tormenta tropical, identificada como el tifón Tifón Kalmaegi (conocido también como “Tino” en Filipinas), ha dejado tras de sí un gravísimo rastro de destrucción en el centro del archipiélago filipino antes de dirigirse hacia las costas de Vietnam.
Según informes de la oficina civil de defensa de Filipinas, el número de fallecidos asciende al menos a 114 personas, y se mantiene otro centenar como desaparecidos. Las autoridades estiman que más de dos millones de personas se han visto afectadas por el paso del tifón en más de 360 localidades del país.
El impacto ha sido particularmente severo en la provincia de Cebu, ya debilitada tras un terremoto de magnitud 6,9 en octubre. En dicha zona, el tifón provocó la inundación de comunidades enteras, arrastró vehículos y contenedores de mercancías, y obligó a decenas de miles de personas a refugiarse en los techos de sus domicilios. Entre los fallecidos figuran seis militares que murieron cuando el helicóptero en que participaban en labores de rescate se estrelló en la isla de Mindanao.
Ante la magnitud del desastre, el presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. declaró el estado de calamidad nacional, lo que permite movilizar recursos extraordinarios de ayuda y coordinación.
El tifón tocó tierra luego en Vietnam, donde las autoridades ya habían movilizado al Ejército ante la emergencia, pues la región central del país había sido recientemente golpeada por inundaciones. Expertos señalan que este tipo de eventos puede agravarse con el cambio climático, ya que el océano más cálido aporta energía adicional a estas tormentas.
Las líneas de transporte, energía y comunicaciones han resultado gravemente afectadas en ambas naciones, y las labores de rescate y evacuación se prolongarán mientras se evalúan daños en infraestructura, vivienda y cultivos. Las autoridades meteorológicas advierten que una nueva tormenta tropical amenaza la isla de Luzón en Filipinas.


