Era Martes de Carnaval, festivo, en una villa de Galicia que se llamaba Valle. Quizá en honor a Valle-Inclàn, o quizá no. Mandaba la tradición que comenzara el día con la más bella de las ilusiones: la de los niños, y era entonces cuando se celebraba el desfile infantil.
Caminaban los pequeños luciendo proezas de su imaginación, si los niños no están mil horas con la tablet crean y fantasean, y lucían racimos de uvas, panderetas, conchas de vieira, piratas, princesas.. Se disfrazaban de muchas cosas. Y a todos regalaban capotes o libros o guitarras…
Eran taurinos, lectores, flamencos.
Por la tarde se celebraría el concurso de Máscaras y el de Pantallas y el de diseño de Peliqueiros.. y se comerían filloas y orejas y se mantendrían vivas las costumbres de antaño.. y se cantarían cantos de siempre y se escucharía la música de la época. Ruido y alboroto..
Al día siguiente sería Miércoles de Ceniza..
Este cuento es un homenaje al Entroido de mi tierra.. y a nuestras tradiciones
Y un homenaje a mi querida abuela, que siempre preparaba los dulces de estos tiempos en cantidades mucho más que exageradas
Manuel, Pablo, Belén, Marta.. qué distinto este Carnaval del pasado
Al toreo
Al flamenco
A la lectura y a los libros
A mi amiga Patricia
A mi querido Luis
Y a las cosas que importan
A Valle-Inclán