Triunfo Artístico en la Plaza Nuevo Progreso de Guadalajara
Guadalajara, Jalisco – La tarde del domingo en la Plaza de Toros “Nuevo Progreso” se convirtió en un escenario de entrega y torerismo puro, donde tres matadores de estilos contrastantes –Diego Silveti, Juan Ortega y Diego San Román– enfrentaron un encierro variado de la ganadería Los Encinos, propiedad de Don Eduardo Martínez Urquidi. Ante un público apasionado, los toreros ofrecieron versiones auténticas de su tauromaquia, destacando momentos de temple, arte y conexión con la afición tapatía.
Diego Silveti inauguró el festejo con “Oye Poco”, un toro de 490 kg noble pero con fuerzas justas. Desde el capote, el guanajuatense deleitó con verónicas templadas y expresivas, rematadas por un quite por gaoneras que llevó su sello personal. En la muleta, tras brindar al público local, construyó una faena basada en la suavidad y la paciencia, evitando forzar al animal para mantenerlo en pie. Las series por el izquierdo destacaron por su plasticidad, culminando en cambiados ajustados y dosantinas bien dibujadas que emocionaron al tendido. A pesar de fallar con la espada, Silveti fue ovacionado con fuerza.
En su segundo turno, con “Andaluz” de 475 kg, Silveti se encontró con un ejemplar sin fondo que limitó su expresión taurina. A pesar de su voluntad inquebrantable, la debilidad del toro impidió el lucimiento, cerrando su actuación sin mayores logros.
El punto culminante de la jornada llegó pronto, en el segundo toro de la tarde. Juan Ortega, el sevillano, firmó una faena rotunda y memorable con “Guantero”, un ejemplar de excelentes cualidades. Su toreo a la verónica rebosó clase, seguido de un brindis al maestro colombiano César Rincón. La obra muletera fue un derroche de arte, temple y profundidad, con muletazos que el público vivió con intensidad. Aunque falló con la espada, Ortega dio una vuelta al ruedo merecida y aclamada.
En su segundo astado, con menos fuerza y cualidades que el anterior, Ortega mantuvo el pulso con temple, especialmente por el pitón derecho. Sin alcanzar las alturas previas, dejó un pinchazo y estocada que le valieron una oreja a petición del respetable, consolidando su tarde como la más destacada.
Diego San Román, por su parte, inició con buen toreo de capa ante el tercero. Ante un toro que se quedaba corto por el derecho, el queretano recurrió a su oficio, colocándose en terrenos comprometidos con entrega total. El público reconoció su esfuerzo, y tras una estocada entera, saludó desde el tercio.
El cierre de plaza fue desafortunado para San Román: su toro se estrelló en un burladero antes de la muleta, fracturándose un pitón, lo que obligó a abreviar y retirarse en silencio.
Esta corrida no solo resaltó la diversidad de estilos taurinos, sino también la pasión de la afición jalisciense, que premió el arte y la dedicación en una tarde para el recuerdo.



