La Revista

El impostor

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas. 

Vaya que pareciera que los impresentables de Morena hacen palidecer a los impresentables de otros partidos. Y no es que nos llame a sorpresa lo que vemos, pero si deja muy claro que la incongruencia llevó a la presidencia a un impostor.

Dejen me explico porque sé que a muchos les causa escozor cuando me refiero al presidente Andrés Manuel López Obrador con ese adjetivo.
¡Saco! gritaba López cuando le decían que había hecho lo mismo de éste o aquél: “No somos iguales”, gritaba haciéndose el ofendido.

El presidente se empeñó en acreditar que al llegar al gobierno no haría nada de lo que destacó a sus opositores: sería honesto, no justificaría los compadrazgos, no permitiría a los ladrones y corruptos en su administración, habría plena transparencia en las compras y como para no dejar duda se “deshizo” de un avión que no ha vendido ni rifado y que ni se usa pero si se sigue pagando; para no ostentar, aseguró, se fue de Los Pinos y se instaló en Palacio Nacional, ese que Lázaro Cárdenas consideró ofensivo por su lujo y fastuosidad. No solo no metió al Ejército a los cuarteles sino que les encargó las obras claves de su gestión, las principales compras y los puso al frente para frenar la migración que él mismo ofreció incentivar dando hasta residencias para trabajar en México.
Llegó al extremo de convertirse en el corifeo de Donald Trump al que dijo combatiría y haría que nos respetara como un país digno e independiente.

El señor que despacha en Palacio tiene que ser un impostor porque al que se eligió ofreció un crecimiento económico del 4 por ciento para salir de la que él llamó mediocridad; al que puso primero a los pobres fue a los primeros a los que les falló: los dejó sin estancias infantiles, sin medicinas para cáncer, sin atención médica, sin empleo porque les cerró más de un millón de micro, pequeñas y medianas empresas.

El presidente que despacha en Palacio debe ser un impostor. Dijo que quería pasar a la historia como el más grande y el país está en las peores listas por el pésimo manejo de la pandemia: el primer lugar en mortandad médica; el primero lugar en índice de mortalidad por el virus; el último sitio en vacunación con un vergonzoso .57 por ciento de la población.

La relación en que me baso para calificarlo de impostor se puede extender ad infinitum porque lo que estamos viendo parece la crónica de un personaje que recicla a Nacho Ovalle para una renacido Conasupo, quien hizo multimillonario a Raúl Salinas, el hermano incómodo, sin siquiera denunciarlo.

A Manuel Bartlett famoso no solo por sus 28 casas millonarias sino por la caída del sistema donde le arrebató el triunfo a Cuahtémoc Cárdenas.

El candidato que ganó la elección de 2018 no puede ser el que esté gobernando el país. Ese impostor está acreditando con todo que no es él el que hizo campaña, el que ofreció el oro, el morro y la mitra sino alguien que lo suplanta o ¿cómo entender que de su oferta de campaña sólo quede la ilusión?

Morena queda claro que no es partido, es la confederación de intereses de Andrés más grande del país y por eso ahí tienen cabida violadores, estafadores, defraudadores, farsantes y hasta frustrados políticos que nunca supieron para que les llegó el cargo. 

Vamos bien, nos dice. ¿Será?

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