Columna: “Construyendo”, por: Raúl Asís Monforte González. 06de diciembre de 2025.
La demanda global de energía eléctrica crecerá cuando menos 30 % durante la próxima década, según estimaciones de Rystad Energy. Esta cifra, que podría parecer abstracta, es en realidad el equivalente a construir varios “nuevos sistemas eléctricos” completos sobre el que ya existe. Es un reto monumental, quizá el más grande de nuestra historia reciente, y exige acelerar la expansión de infraestructura, tecnologías y modelos de gestión a una velocidad inédita.
Las causas de este crecimiento son claras: el acelerado avance de la electrificación del transporte, la multiplicación de centros de datos y el aumento de necesidades de calefacción o enfriamiento en medio de un clima cada vez más extremo. Pero también han aparecido actores silenciosos cuyo peso pocos imaginaban: las tres compañías que dominan el setenta por ciento de la producción y distribución de gases industriales y hospitalarios, como nitrógeno, helio y oxígeno, están ya entre las diez empresas que más electricidad consumen en el planeta. La electrificación no solo viene de autos, fábricas y hogares, llega también desde industrias altamente intensivas que operaban fuera del radar público.
Este es, sin duda, un súper ciclo de electrificación global. Y mientras la demanda se dispara, la gran pregunta es ¿qué deberíamos estar construyendo hoy para contar con un sistema eléctrico capaz de sostener el futuro?
Lo primero es reconocer que no se trata únicamente de instalar más plantas generadoras. La generación es indispensable, pero insuficiente por sí sola. Lo realmente urgente es escalar tecnologías del lado de los consumidores, como almacenamiento detrás del medidor, gestión inteligente de las cargas, electrificación eficiente, medición avanzada, automatización de recursos distribuidos y esquemas que permitan que cada usuario, ya sea industrial, comercial o residencial, participe de manera activa en la estabilidad del sistema. El equilibrio ya no vendrá exclusivamente desde las centrales, sino desde millones de puntos conectados.
Para lograr esto, se requiere algo que hoy es escaso, grandes coaliciones. Gobiernos, empresas de energía, proveedores tecnológicos, desarrolladores de infraestructura, usuarios industriales, banca e incluso ciudadanos deben coordinarse para desplegar soluciones a una velocidad que antes parecía imposible. La transición ya no admite esfuerzos fragmentados. Se necesitan alianzas profundas que reduzcan costos, aceleren aprendizajes y aseguren estándares compatibles.
¿Cuáles son los factores estratégicos que permitirán lograrlo? Tres destacan sobre todos. Primero, una visión regulatoria moderna que incentive la inversión privada y pública en generación renovable, redes inteligentes y almacenamiento masivo. Segundo, una estrategia de digitalización total del sistema eléctrico, desde los grandes transformadores hasta el último medidor residencial. Tercero, un ecosistema de innovación que permita probar, escalar y corregir rápidamente nuevas tecnologías sin trabas innecesarias.
México y América Latina tienen una enorme ventaja, poseen abundantes recursos solares y eólicos, una base industrial poderosa y un mercado energético todavía con espacio para crecer y transformarse. Pero para aprovechar esta oportunidad se requiere decisión política, marcos regulatorios confiables y la convicción de que la electrificación no es una tendencia opcional, sino el corazón económico de las próximas décadas.
El súper ciclo ya empezó. La pregunta es si tendremos la audacia de construir, a tiempo, el sistema eléctrico que el futuro exige.
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Mérida, Yucatán a 06 de diciembre de 2025
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